El Zunder confiaba en que el partido de hoy sirviera como punto de inflexión. Entrenador nuevo, victoria segura, reza la expresión. Todo estaba de cara, incluso las sensaciones habían cambiado ya en Vitoria. Pero la segunda victoria y esa transformación que quiere llevar a cabo el cuadro colegial de la mano de Luis Guil tendrá que esperar. El Zunder caía ante Zaragoza (80-88) y se diluían así todas las opciones de reconversión. Por lo menos de momento. Los morados controlaron bien el partido durante 30 minutos, pero estuvieron muy erráticos en el último cuarto, en el que además no estuvieron sólidos en defensa.
Bell-Haynes firmaba los primeros puntos del partido pero Chumi Ortega respondía inmediatamente con una canasta marca de la casa. Robo y para dentro. Unos minutos de desacierto daban paso a instantes de muchísima acción. Van der Vuurst desde la línea de tres, Chumi, Haarms y Whittington ponían al Zunder por delante en el marcador (11-9) y Fisac frenaba el vendaval morado con el primer tiempo muerto del partido. Van der Vuurst, que seguía inspirado desde la línea exterior, continuaba llenando el saco palentino, aunque Gielo respondía de la misma manera para reducir la renta. McFadden castigaba pero el Zunder se recomponía bien y no dejaba escapar al cuadro maño. Haarms cerraba el primer acto cerrando su canasta. Not in my house y final (18-20).
Zaragoza empezaba el segundo acto arrollando, firmando un parcial de 0-6 que obligaba a Luis Guil a pedir el tiempo muerto (18-26). Y ajustaba bien el Zunder Palencia, que con dos triples (Kamba y Benite) y dos tiros libres de Franke se acercaba al equipo de Fisac (26-27 a 6' para el descanso). Benite, desde la media distancia, adelantaba a la escuadra local tiempo después. Dos canastas consecutivas del brasileño para el 30-27. Zaragoza necesitaba que entraran en juego algunos de sus jugadores de más talento y así lo hicieron Smith, Yusta y Bell-Haynes para devolver la ventaja al Casademont (lo paraba Guil con 38-44 a falta de un minuto). Un intercambio de canastas de Whittington y Matt ponían el broche al primer tiempo (40-46).
Salió intenso y acertado el Zunder Palencia a la segunda mitad, con un parcial de 11-3 después de una salida en tromba con triples de Van der Vuurst y Chumi Ortega (51-49). Zaragoza reaccionó bien, a tiempo, y taponó la sangría, pero Kamba y Benite insistían desde la línea exterior para mantener al conjunto de Guil por delante (59-58). El combinado colegial no acabó bien el período y el conjunto de Fisac apretó los dientes para llegar al final del tercer cuarto por delante (61-66).
El último cuarto iba a ser decisivo. Franke rompió la tensión con un triple que acercaba al Zunder, pero McFadden, muy enchufado en el tramo final, volvía a distanciar a Zaragoza. Van der Vuurst, el mejor jugador morado hoy, también la enchufaba desde la línea exterior para reducir la diferencia a la mínima (67-68). Y en ese momento el encuentro se empezó a complicar. Zaragoza apretaba consciente de lo que se jugaba y el Zunder no solo no conseguía frenar los ataques maños sino que tampoco producía en ataque. Se bloqueó el cuadro de Guil. Solo Van der Vuurst lograba con sus triples reducir mínimamente las ventajas que iba consiguiendo el Casademont en el luminoso. Pero eso no era suficiente, ni mucho menos. El Casademont seguía anotando, sumando, y el Zunder parecía ser incapaz de frenar a su rival. Tampoco daba buenas sensaciones en ataque. Y así se consumó una nueva derrota del Zunder Palencia en casa (80-88). Dolorosa, muy dolorosa, por las expectativas que se habían creado en torno a este partido. Y por la importancia que tenía a todos los niveles. El de Bilbao será un partido a vida o muerte, aunque lo cierto es que el Zunder está ya muy herido. Pero mientras quede un hilo de vida, la esperanza siempre permanecerá.