Por rapidez, por ahorro en costes intelectuales, sociales y económicos, por el bien común, por sentido práctico y porque, nos guste o no, estamos condenados a entendernos, el consenso debería triunfar en el ámbito de las decisiones políticas y de las planificaciones institucionales. Por desgracia, lo que impera en España y en buena parte del mundo es la polarización, el radicalismo, la falta de diálogo y hasta de respeto, el 'conmigo o contra mí' y, en los casos más extremos, una especie de guerracivilismo comparable con el peor de los divorcios. En este caso, el de las rupturas matrimoniales, una vez superados los primeros años de polémica y críticas que conllevó la aprobación de la Ley del Divorcio, ha ido ganando terreno, con muy buen criterio, por cierto, su tramitación de mutuo acuerdo.
No sucede así en todos los casos, menos aún cuando hay menores que los integrantes de la pareja utilizan como arma arrojadiza para echarse en cara los problemas uno a otro, o cuando media la violencia u otros condicionantes especialmente complicados, pero en estos momentos puede afirmarse, sin lugar a dudas, que ese acuerdo gana terreno a pasos agigantados, llegando el pasado año a superar el sesenta por ciento del total (754 de los 1.229 tramitados, por concretarlo en cifras). Habrá quien piense que lo ideal es la continuidad del vínculo matrimonial, pero si esto no es posible, es decir, si la pareja ha llegado a la conclusión de que esa continuidad carece de sentido o la convivencia está lejos de ser armónica y productiva, lo mejor es la ruptura. Ninguno de los dos seguirá sufriendo en espacio común y ambos podrán rehacer sus vidas. No quiere decir esto que un divorcio sea un camino de rosas que a los matrimonios les guste transitar, pero la reforma de 2005 que acabó con la obligatoria separación previa y la denuncia por una de las partes de una causa justificada para esa ruptura, lo que se conoce como divorcio exprés, facilita los trámites y ahorra tiempo y dinero. También se ha eliminado la carga de 'culpabilidad' que el juez achacaba a uno de los miembros del matrimonio cuando prosperaba la denuncia del otro y el divorcio salía adelante, más allá de que moralmente o en su fuero interno, uno o ambos cónyuges puedan sentirse responsable de haber puesto fin al matrimonio.
Palencia no es ajena a la corriente general favorable al divorcio sobre la separación -1.229 de las 1.282 demandas presentadas el pasado año- y, dentro de este ámbito, al de mutuo acuerdo que fue, como ya se ha dicho, en seis de cada diez casos no solo en 2023, sino en los cinco últimos años. Además, se observa un interés creciente por la mediación con abogados para llegar a un pacto. Así las cosas, el consenso triunfo al menos ahí.