«Ya era hora». Así de contundente se mostraba ayer Pedro José Arenillas, presidente de la asociación de vecinos del barrio del Cristo, después de conocer que «por fin» se ha asfaltado la calle Venezuela. «Llevamos años reclamando el asfaltado de esta calle, la única de la ciudad que todavía no lo estaba, así que, aunque no se ha podido hacer de forma completa, vemos perfecto que el Ayuntamiento haya puesto solución», añadía el responsable vecinal.

Una capa de negro alquitrán cubre lo que hasta hace no mucho era poco más que un camino con restos que dejaban adivinar que otrora había asfalto. Ayer, en el suelo se podían ver la marcas que señalan dónde habrá que retirar parte del nuevo asfalto para para dejar a la vista las tapas de registro. La empresa encargada de esta actuación ha sido Hormigones Sierra.

«Se necesitaba esta obra porque la zona estaba muy mal. Menos mal que ya lo han solucionado», comenta un vecino a las puertas de su vivienda. 

El asfaltado cubre la parte urbanizada de la calle, lo que confirma los temores de los habitantes de las viviendas ubicadas más allá de este punto, donde la calle se convierte en camino, sin urbanización ni servicio alguno hasta conectar con la calle de la República Dominicana, donde está el centro Efides. 

El Ayuntamiento ha invertido 12.058 euros de los fondos Edusi con el objetivo de «regenerar social y urbanísticamente un espacio urbano que se encuentra en mal estado, inseguro y subutilizado, contrastando con el resto del entorno», ya que esta calle queda a los pies del cerro del Otero.

La concejala responsable de los fondos Edusi, Judith Castro, reconoce que «no había tiempo» para una intervención mayor, pero confirma que en los planes municipales está el «ordenar y urbanizar» el resto de la calle, en referencia a que en esa zona hay varias viviendas que no están legalizadas. 

Cabe recordar que la calle Venezuela tenía el dudoso honor de ser la única vía de la capital sin asfaltar. Por ahora, se ha logrado, dicen desde el Consistorio, «mejorar la comodidad y seguridad de los usuarios y disminuir los niveles sonoros de rodadura y la contaminación del aire, así como preservar el patrimonio municipal viario mejorando el drenaje, alcantarillas y pasos». Un primer paso que los vecinos confían en que no sea el último.