El pasado 10 de diciembre, tres años después de acceder al cargo, Fernando Martín Aduriz dejaba la presidencia del Ateneo de Palencia «guiado por el espíritu de la permutación de cargos en las instituciones». Cuatro años después de su refundación, la entidad celebraba una asamblea extraordinaria para la renovación de la junta directiva, que desde hace poco más de un mes preside Enrique Gómez Crespo.
En primer lugar, ¿qué valoración hace de la labor realizada por el anterior presidente?
No puedo tener mejor opinión. Realmente, cuando Fernando Martín Aduriz decidió abandonar el cargo fue una mala noticia para nosotros y, en concreto, para mí. Creo que ha hecho una labor fantástica en todos los aspectos. Ha sido uno de los inventores y promotores de este Ateneo, que se refundó el 10 de diciembre de 2016, y después ha hecho una tarea fantástica desde la presidencia y desde la junta directiva con su deseo decidido, sus ganas, su saber y sus ideas. Ahora mismo el Ateneo es una asociación amable y creo que bien considerada en la ciudad. Eso, desde luego, es labor de Fernando Martín Aduriz.
«Nos gusta la política, pero también ser neutrales» - Foto: Juan MelladoMe hubiese encantado que hubiera continuado, pero él estaba convencido de este punto del preámbulo de nuestros estatutos que se refiere a la permutación de los cargos y que persigue el objetivo de mantener la buena salud del grupo. Cuando me lo dijo, lo sentí mucho, pero había que continuar y por eso se planteó la opción de que fuera yo el encargado de asumir la presidencia. Tengo que decir que este no es el lugar en el que me siento más cómodo, siempre trabajo mejor en otras posiciones de menor exposición pública y liderazgo, pero dije que sí y aquí estoy, con una junta directiva fantástica que me está ayudando muchísimo y que es el pilar de este Ateneo.
Pasa usted de ser vicepresidente a presidente del Ateneo. ¿Cómo asume este nuevo reto?
Con muchas ganas. Hay quien me dice que menudo marrón, pero de verdad que no lo es. Está claro que asumir este cargo exige un esfuerzo y ejercer cierto liderazgo, pero lo hago con mucha ilusión. Para mí es un honor presidir el Ateneo de Palencia, nunca lo hubiera esperado, ha sido una sorpresa.
«Nos gusta la política, pero también ser neutrales» - Foto: Juan MelladoComo bien dice, no estará solo en esta aventura, sino que cuenta con el apoyo de la Junta Directiva. ¿Qué puede decir de su equipo?
No me gustaría dejarme a nadie, y tampoco creo que merezca la pena citar una por una a las personas que me acompañan, pero somos catorce y todas me dijeron que sí nada más proponérselo, empezando por Fernando Martín Aduriz, que se mantiene con una vocalía adjunta a presidencia desde la que me podrá aportar su experiencia, su saber y su buen hacer. Soy un presidente novato, así que me va a venir muy bien que esté al lado. Respecto al resto de miembros de la junta directiva, no puedo tener mejor opinión de ellos porque, insisto, están colaborando conmigo desde el inicio. Estoy muy agradecido a su apoyo y colaboración; me apetece, siempre que me preguntan, recalcarlo, porque creo que es de justicia. Yo solo soy la cabeza más visible, pero ellos están trabajando tanto o más que yo.
¿Cuáles son sus objetivos principales para este mandato?
El primero de todos es mantener al Ateneo en la posición tan óptima que tiene y también su masa social. Somos el Ateneo de España con más socios en relación con la población total: superamos los 600. Esto es fundamental, y a todos ellos les agradezco su fidelidad. Hemos tenido poquísimas bajas en un año dificilísimo para las asociaciones. Nosotros nos juntamos para hablar de lo que nos gusta, pero eso realmente es un lazo social, amable, educado, de altura y respetuoso. Quizá no sea el modelo que tiene el siglo XXI, pero a nosotros nos apetece ir por ahí. Por tanto, ese es el primer reto, mantener el número de socios y, si podemos, incrementarlo.
También queremos seguir realizando actos de ciencia, de arte, de literatura, de cine o de música, para nuestros socios y para el resto de la sociedad, porque casi todos son abiertos al resto de los ciudadanos. Yo me daría por contento si cuando acaben estos dos años de mandato el Ateneo se encuentra en una situación tan buena como la actual, y estaría extremadamente contento si hubiéramos mejorado algo más.
Los políticos dicen muchas veces lo de la mala herencia; a mí me han dejado un Ateneo en muy buena situación y me gustaría mantenerlo así. Por tanto, va a haber algo de repetición, porque yo creo que lo hemos hecho bien, pero también algunas novedades. Marcaré otra línea en ciertos aspectos, pero siempre dentro de la que hemos seguido, que me parece correcta y en la que yo también he participado como miembro de la directiva.
Dicen que sus anhelos se resumen en «aglutinar a palentinos de Palencia y de la diáspora que amen la vida intelectual y que la proclamen primera respecto a las posibles vidas de una ciudad, porque sin ideas nuevas y sin conocimientos no habrá sino repetición y activismo». Para quienes no lo conozcan, háblenos un poco más de los orígenes y de los fines del Ateneo
Cuando nos planteamos refundar el Ateneo, la idea era agitar la vida intelectual de los palentinos. Esta frase de Becerro de Bengoa resume muy bien nuestros objetivos. Queremos un Ateneo que retome algo de la tradición, pero adaptado a nuestro tiempo.
En nuestros estatutos, y sobre todo en el preámbulo, tenemos algo singular y es que no queremos ser un Ateneo sabelotodo. El saber es algo a lo que intentamos acercarnos a través de la conversación, del estudio o del amor a las letras. Eso es algo que nos distingue de las instituciones más tradicionales, estamos más en el agujero del saber que en el saber absoluto. La permutación de los cargos también tiene esta idea de que nadie se proclame como el líder absoluto y esta acabe siendo una institución personalista o presidencialista que gire en torno a la manera de pensar y de actuar de un pequeño grupo o de una sola persona.
Entre sus socios se encuentran destacadas personalidades de la sociedad palentina, pero cualquier persona mayor de edad que esté en sintonía con la asociación puede formar parte de ella, ¿no es así?
Tenemos algunas personalidades y les agradecemos mucho que hayan querido formar parte del Ateneo, pero es verdad que somos un colectivo creado para la ciudad y sus ciudadanos. A veces nos han tachado de elitistas y la verdad es que yo no me quiero quitar ese marchamo, pero no desde el punto de vista económico o social. De hecho, ser del Ateneo cuesta 5 euros al mes, creo que se trata de una cuota accesible. No somos clasistas, pero sí que somos elitistas en el sentido de que queremos organizar los actos culturales de mayor calidad, nivel y altura para los socios y para Palencia.
Por supuesto, tengo que animar a todos los palentinos que tengan un poco de inquietud por la literatura, el arte o la ciencia, a que se acerquen a nuestras actividades, ahora online, y que se hagan socios si les apetece. Tengo que recordar, en este punto, que somos una asociación que no hemos querido acceder a las subvenciones públicas y que nos financiamos exclusivamente con las cuotas de nuestros socios. Como decía antes, la razón de ser de este Ateneo es su masa social.
¿Qué proyectos señalaría usted como los más importantes que se han llevado a cabo a lo largo de estos cuatro años?
Hay que tener cuidado con destacar unas actividades y no otras, porque todas se preparan con mucha ilusión y con muchas ganas. Estamos en un momento en el que es muy frecuente el dolce far niente, así que cuando la gente se enchufa en un proyecto como este, hay que apoyarla y mantenerla.
Nos ha costado un poco encontrar el camino, pero creo que ahora estamos satisfechos, relativamente, con la línea que nos hemos marcado. Seguimos con doce secciones y tenemos nuestros propios ciclos al margen de ellas. Quizá destacaría Los Ateneístas y su ciudad, que da la oportunidad a determinadas personas especialmente singulares de distintos ámbitos del saber de contar cómo ven Palencia o qué idea tienen para que esta sea una ciudad mejor; tenemos una mirada sobre la Montaña Palentina, porque no queremos centrarnos solo en la capital, sino que el Ateneo tenga ramificaciones hacia el resto de la provincia; y estamos diseñando una serie de actos que tienen que ver con dar visibilidad a los pueblos.
Vamos a iniciar cursos tan interesantes como el de Introducción a la Astronomía de Francisco Sanz Requena y nos hemos inventado el ciclo Sesenta minutos con el escritor para charlar con autores muy buenos, pero quizá no demasiado conocidos. También daremos continuidad a nuestras actividades de emprendimiento y de música, y nos gustaría celebrar el Palencia Future Summit, que tuvimos que posponer en 2020 y en el que iban a participar Ara Malikian, Andrés Trapiello, Fernando Manero, Natalia Moreno, Hélène Brouge, entre otras personalidades. También hay que mencionar el coloquio Identidad y Diferencia que va a organizar la Fundación Fundos junto con el Ateneo, un acto con gente de altísimo nivel que va a poner a Palencia en el panorama nacional de actos culturales.
Ha hablado usted de ampliar la actividad del Ateneo al resto de la provincia, un reto importante en un territorio eminentemente rural. ¿Se puede decir, por tanto, que entre sus objetivos está el descentralizar la actividad y hacérsela llegar a los vecinos de los pueblos?
Absolutamente. Las provincias son su capital y sus núcleos rurales. Por eso hicimos este ciclo de la Mirada sobre la Montaña Palentina desde distintos ámbitos. Queremos continuar con él y, desde luego, invitar a cualquier actor social, económico o empresarial de la provincia a que nos cuente su proyecto. Estamos iniciando los primeros contactos y queremos ver si, efectivamente, podemos desarrollar esta idea para poner en valor al resto de localidades de la provincia. Es una de las líneas que queremos potenciar durante estos dos años.
La pandemia del coronavirus ha influido en todas las esferas de la vida cotidiana, entre ellas, la de la actividad cultural, y ha obligado a muchas entidades a reinventarse. ¿En qué ha afectado la crisis sanitaria al colectivo que usted preside?
La verdad es que no es todo tan malo. Es cierto que existe una brecha digital, sobre todo para la gente de más edad, y que hay graves deficiencias de conexión en algunos lugares, pero, por otro lado, los actos virtuales y videoconferencias han sido una bendición. Gracias a eso hemos podido continuar con este tipo de actividades.
Nos gusta lo presencial, estar cerca, el cuerpo a cuerpo, pero, ¿no hacen compañía la radio y la televisión? Con las nuevas herramientas de comunicación podemos, además, interactuar con el otro. El Covid es un desastre y las muertes un gran drama, igual que los problemas económicos para algunos sectores, pero con este asunto del que estamos hablando, yo no soy tan negativo. Es verdad que en este tiempo ha desaparecido lo presencial, pero las nuevas tecnologías nos han permitido seguir conectados a lo que nos gusta y dejar de hablar constantemente del coronavirus y de sus terribles consecuencias.
Su labor a la hora de promover la ciencia, la cultura, la historia, el paisaje y el paisanaje de la provincia es indudable. ¿Considera positiva la respuesta de los palentinos a las propuestas que se lanzan desde el Ateneo?
Cuando refundamos el Ateneo, Palencia no era una ciudad que estuviera esperando un Ateneo. Aquí se hacen muchas cosas, tenemos un acto cultural casi todos los días, y más de uno. La respuesta es la que la gente puede dar. A veces nos gustaría que en los actos hubiera más público, pero la verdad es que estamos intentando quitarnos de encima la obsesión cuantificadora por la participación. Nos gustaría que entre el público hubiera siempre 90 personas, pero hay actos con seis o siete que funcionan muy bien. En resumen, yo creo que la respuesta de nuestros palentinos a nuestros actos y a nuestra actividad es francamente buena.
¿Cómo es su relación con el resto de instituciones?
Otro de nuestros objetivos para los próximos dos años es mantener la posición del Ateneo con los ayuntamientos, la Junta de Castilla y León y la Diputación. Para mí es un pilar básico. Nosotros venimos también a ver qué puede hacer el Ateneo para mejorar y para colaborar en sus actividades en el terreno cultural. El de la lucha política es el terreno de otros, aunque me gustaría distinguir esto bien. No somos un Ateneo que no aborde asuntos políticos, porque todo es política, y yo reivindico la política, ojalá sea la mejor en vez de la peor, pero la política es fundamental en nuestras vidas. Cuando no está, lo que la viene a sustituir siempre es peor. Nos gusta que haya asuntos políticos, pero es verdad que queremos mantener una posición de neutralidad en la lucha política. Abrimos el Ateneo a que la gente, con educación, respeto y altura, comente sus ideas, dé su opinión, se haga preguntas o pueda ser interpelada, pero no nos posicionamos políticamente. No queremos ser el instrumento de ningún partido político, desde luego. En esa línea, queremos tener una buena relación con todas las instituciones
Es usted licenciado en Geografía e Historia y desde 1998 trabaja como técnico de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, aunque siempre ha tenido alma de poeta y eso le ha llevado incluso a escribir un libro. ¿Es la literatura su válvula de escape?
La verdad es que no. Soy uno de los ciudadanos que trabaja en lo que le gusta. Soy geógrafo, siempre me ha gustado mucho la ornitología y ahora estoy trabajando en gestión de espacios y especies, es decir, en lo que realmente me apasiona. Quizás podíamos decir que otra pasión sea la literatura, y en concreto, la poesía. Por tanto, no es un escape, sino una forma de estar en el mundo y de intentar entenderlo sabiendo que nunca se puede entender del todo. No es una opción, es lo que el lenguaje hace conmigo, la aparición de la palabra, de un verso en el que exploro y del que van saliendo cosas.
En cuanto al libro, llevaba treinta años escribiendo y tenía mil y pico poemas. Apareció esta oportunidad que me ofreció Fernando Martín Aduriz con esta pequeña editorial y así fue cómo Esos cielos que se le caen al mar se hizo realidad. Estoy contento porque no esperaba publicar, tampoco era una cosa que me obsesionara, pero me ha gustado. Sigo escribiendo y no sé si saldrá otro libro en otro momento, pero en caso de que así sea, espero que no pasen otros treinta años.
Jaime Gil de Biedma dejó de escribir con cuarenta y pocos años porque dijo que ya no tenía nada más que decir. Yo creo que sí que tengo algo más que decir, lo que no sé es si le interesará a alguien, pero siempre estoy buscando una forma nueva y mejor de decirlo.
El confinamiento hizo que la cultura se revelara como un bien imprescindible, y más en momentos de crisis. ¿Cuál es su valoración sobre la oferta cultural de Palencia y su provincia?
A mí no me importa decirlo, en términos cuantitativos somos una pequeña provincia. Es verdad que tenemos una cierta atonía social y económica, pero eso no es un problema específico de Palencia, sino que afecta a buena parte del territorio interior de España.
Al margen de esto, a mí me parece que Palencia es una provincia fantástica que tiene un montón de cosas bellísimas que se pueden contar y poner en valor. En Palencia siempre se puede hacer algo, yo estoy contento con la oferta que existe, lo cual no significa que tengamos que conformarnos, por eso estamos aquí todos los días haciendo cosas.
Para finalizar, ¿hasta qué punto el Ateneo como foro para el intercambio de ideas y conocimiento puede ayudar a solucionar los problemas de la provincia?
Como soy geógrafo voy a decir una cosa, aunque me caigan tortas por todos los lados: es tremendamente difícil revertir la dinámica poblacional que tenemos, porque no solo tiene que ver con factores internos y con las dinámicas locales, sino con una dinámica global. La redistribución de la población en el mundo se está produciendo a escala planetaria. La diferencia entre sectores muy poblados y otros que se están quedando con bajas densidades de población, también se da en Francia o en Italia.
Por tanto, no creo que el Ateneo de Palencia deba tener esta idea de revertir una situación económica y social tan compleja, no creo que tengamos esa capacidad. Hay que ser sensatos y saber hasta donde llegamos. Ojalá pudiéramos hacerlo, pero creo que no está en nuestras manos revertir un proceso de tanto calado. Ahora bien, si podemos hacer que la gente que se queda tenga una vida un poco más interesante, me doy por contento.