Miguel Ángel Bello y su hija, Carolina Bello, participaron de manera conjunta en los Juegos Europeos de Policías y Bomberos celebrados en Torrevieja (Alicante). Una cita de la que regresaron con ocho medallas, seis de oro y dos de bronce, gracias a los dos y seis podios obtenidos, respectivamente.
Carolina Bello consiguió el oro en las modalidades de 1.500 y 800 metros lisos, así como en la carrera noctura de 5.000 metros y en las categorías de 100 metros libres y 100 metros braza de natación. Por su parte, Miguel Ángel Bello se alzó con la primera posición en la prueba de la cronoescalada.
¿Cómo se le ocurrió participar en los juegos?
Ya he participado muchas veces. De las nueve ediciones que se han celebrado, he estado presente en cuatro. Mi hija es la primera vez que participa como agente de Policía Nacional.
Nos lo planteamos en abril y comenzamos a entrenar enfocándonos en las pruebas a las que nos íbamos a presentar.
¿Fue dura la preparación previa?
Sí. Mi preparación fue destinada especialmente a la escalada. Iba a escalar El Golobar o el monte El Chivo para prepararme. Esta modalidad fue la que más estuve entrenando y en la que más específicamente me centré. A eso hay que sumar mis 90 kilómetros diarios en bicicleta. Antes los hacía con un fin competitivo, pero en los últimos años lo he hecho con el objetivo de mantenerme en forma.
¿La decisión de participar junto a su hija la tomó junto a ella?
Lo decididnos juntos. Ella participó en la categoría de 35 a 39 años y yo en la de 60 a 64.
¿Iba con expectativas de conseguir medallas?
La última vez que participé en los juegos, que fue en Huelva, en 2016, conseguí dos oros. Por ello tenía esperanzas, aunque habían pasado unos años desde entonces y no sabía cómo iba a responder el cuerpo. Además, no conocía a los competidores de fuera de España.
De todas las pruebas, ¿cuáles fueron las más duras?
La cronoescalada fue en la que más sufrí. En el caso de mi hija, la que más le hizo luchar fue la carrera nocturna de 5.000 metros, donde consiguió el oro.
¿Cómo de alto fue el nivel del resto de competidores?
Había mucho nivel. Se calcula que a los juegos han accedido 3.000 atletas. Dentro del ciclismo, por ejemplo, había 130 repartidos por todas las categorías.
Desde mi participación en los juegos de Huelva he notado un aumento de nivel, con la gente más preparada y con competidores procedentes de más países, muchos de ellos de Rumanía. Según los organizadores, en el acto de inauguración había atletas de todos los países de Europa entre todas las modalidades. De hecho, en mi podio de la cronoescalada, el segundo fue un belga y el tercero un polaco.
¿Qué sintió al recibir las medallas?
Una satisfacción enorme, sobre todo porque pensaba que ya no me iba a volver a subir a un podio, ya que me había planteado el deporte de otra manera. A nivel competitivo empecé casi de cero. Hacer todos los días los 90 kilómetros en bicicleta me ha permitido tener una base.
¿Cómo fueron las felicitaciones de sus compañeros?
Muy bonitas y halagadoras. En la prueba de la cronoescalada estuvieron todos animándome y fue muy bonito. Me llegaron felicitaciones una vez acabé las pruebas.
¿Vivió la experiencia de un modo más especial al haberlo hecho con su hija?
Por supuesto. He sentido la misma motivación y deseo de verla triunfar a ella en los juegos que la que podía sentir conmigo mismo para que me salieran bien las cosas. En la prueba de cronoescalada, por ejemplo, estaba en la cuesta y los ánimos que me transmitió fueron muy grandes.
¿Tiene pensado volver a competir el próximo año?
Sí. Tanto mi hija como yo tenemos pensado participar de nuevo. Siempre que podamos y la salud nos lo permita, vamos a competir.
¿Recomienda la experiencia a sus compañeros?
Por supuesto. Se lo recomendaría a todos los cuerpos. Son unos eventos que conservan una parte fundamental de lo que es el deporte, la hermandan entre compañeros de trabajo, algo muy gratificante. Cuando acaba la competición cuesta mucho despedirte de las personas con las que has estado conviviendo los diez días. Todos nos alojamos en hoteles que pone la organización.
Recomendaría a Palencia que vuelva a intentar acoger al evento porque es algo que mueve a muchísima gente. No solo a los atletas, sino sus familiares. Son diez días con más de 7.000 personas a mayores en la ciudad.
¿Hay compañerismo en los juegos?
De una forma muy grande. Hay veces que los rivales es de lo que menos te preocupas. Solo los ves cuando es la cuenta atrás y tienes que ir a por todo. Lo que es en el calentamiento, en el hotel, en las charlas de la comida, etc., no ves rivales, ves compañeros.
Es bonito convivir con mossos, ertzaintzas, policías locales y demás cuerpos. Las familias también se relacionan entre sí y se forma un ambiente precioso.
¿Qué consejo le daría a un nuevo concursante?
Le animaría todo lo que pudiese y le facilitaría todos los medios posibles. Sobre todo, le diría que mucho ánimo y a entrenar.
Allí no se comen a nadie. Se puede hacer muy bien o muy mal. Sin entrenar no se puede ir, pero si te planteas el ir a competir es tan positivo quedar primero como quedar último. Nadie tacha de nada a nadie. Todos valoran el hecho de estar allí, sin importar la edad que tengas. Se forma un ambiente precioso y muy bonito. Apenas hablé de nada que tuviera que ver con lo profesional. Todo se queda en un nivel de amistad y ocio.