Juanma Terceño

El hecho gastronómico

Juanma Terceño


¿En serio cuesta tanto?

20/11/2024

Probablemente es una de las cosas más molestas que me pasan, y estoy seguro de que no soy el único, como cliente de un bar o cafetería. Pero me molesta tanto que tengo que contenerme, porque reconozco que es un hecho que hasta me incita a la violencia.
Pedir un vaso de agua en un bar en el que estoy consumiendo, y aunque no estuviera consumiendo, y que me den un mini vaso a medio llenar, o que esté el agua caliente. ¡Por favor! Que no estoy pidiendo me desespinen un pescado, me expliquen la teoría de cuerdas o me elaboren un steak tar tar al momento, es un p… vaso de agua… ¡Que no cuesta tanto!
Debe ser una humillación, al parecer, para según qué profesionales, que les pidamos un vaso de agua, y no me he dado cuenta. ¿En serio no se han percatado de que esa agua está caliente? Igual hay una norma de servicio que dice que se debe servir la misma cantidad de agua que de la copa de vino que se esté consumiendo… 
Pues ese momento se puede ver aún mejorado, cuando pido al lado de mi consumición «un vaso de agua o una botella de agua pequeña», que lo hago con frecuencia, ya por no 'molestar'; si me tienen que dar una botella, me la cobran y todos contentos, que sería lo normal, si me dan el vaso, no me lo cobrarán. Pues unas cuantas veces ha ocurrido que me ponen el vaso de agua de esta manera que cito al inicio; caliente, o con muy poco contenido, y no digamos ya si tiene el vaso restos de jabón… ¿Esto incita o no al inminente cabreo?
En sentido contrario, me encantan esos sitios o esos camareros que motu proprio acompañan con un vasito de agua al café que sirven, o, por supuesto los que conocen a sus clientes y saben qué consumición van a pedir y esos extras, como un vaso de agua, una servilleta, el café servido en taza o en vaso, o alguna otra sencilla petición o costumbre del cliente.
Vuelvo a incidir en los detalles, son los más pequeños los que marcan las grandes diferencias, las de hacer que nos sintamos más a gusto, que acudamos con mayor frecuencia, que consumamos más. Y son esos mismos detalles en el sentido contrario, o la soberbia o mala educación del personal, los que nos echan de tantos establecimientos como clientes…

ARCHIVADO EN: Violencia, Gastronomía