El Becerril sumó su primera victoria de la temporada tras remontar en La Arboleda en un encuentro muy disputado e igualado.
No comenzaron bien las cosas para el Becerril. Los visitantes apenas conseguían tocar el balón ante un Almazán que tenía la pelota y la movía tratando de abrir juego por las bandas. Mientras, los palentinos apenas daban un toque en largo antes de perder la pelota. Así, no tardaron en llegar los primeros acercamientos del conjunto local, que tras dos intentos lejanos marrados, conseguían inaugurar el marcador cuando se cumplía el cuarto de hora gracias a un buen remate de Albitre. Paradójicamente, el gol de los locales despertó de su letargo inicial a un Becerril que a partir de ahí mejoró sus prestaciones. Tocaban más balón los visitantes, que intentaban aprovechar el juego directo. Comenzaron a llegar los primeros acercamientos al área contraria del Becerril, primero a balón parado, y poco a poco con algún centro desde la banda, hasta que la insistencia de los visitantes acabó dando fruto en el minuto 38, cuando Mikel conseguía conectar el balón y batir al meta local para colocar el 1-1.
Para afrontar la segunda mitad, el técnico de los palentinos realizó un triple cambio, dando entrada a Kuko, Isma y Conde, pero apenas hubo tiempo para ver cómo iban a funcionar los cambios, ya que el Almazán conseguía volver a adelantarse en el marcador.
Tras el gol, los visitantes se recompusieron. Era el equipo palentino el que tenía el balón y lo movía con velocidad y criterio. Y no tardaron en encontrar premio. Llegaba en el minuto 58, en una buena jugada que culminaba con éxito Pablo, igualando de nuevo la contienda. Pero quería más el técnico visitante, que apenas dos minutos después daba entrada en el campo a Toquero. Un cambio que resultó providencial ya que fue este, en el primer balón que tocaba, el que conseguía poner por delante a los palentinos cuando se cumplía el minuto 65 de juego.
A partir de ahí, el Becerril tenía clara la táctica. Los palentinos cedieron el balón al rival y centraron sus esfuerzos en defender con uñas y dientes, presionando bien la salida del balón de un Almazán que había quedado muy tocado tras encajar esos dos goles casi consecutivos y que, aunque lo intentaba, lo hacía más con el corazón que con la cabeza, sin conseguir crear ocasiones claras de gol.