El escritor y periodista Manuel Guisande Nájera, nacido en Santiago de Compostela y afincado en Paredes de Nava, presenta hoy en la localidad que le acoge su último libro, una publicación más en su haber que desprende humor.
El lector que se sumerja en las páginas de Paredes de Nada. Gracias, ¿qué se va encontrar?
Se trata de cuarenta relatos en los que, en tono humorístico y desenfadado, desentraña el carácter de los castellanos. Algunos relatos se localizan en concreto en Paredes de Nava, pero el libro se centra en el humor de los castellanos. Hablo de situaciones que ocurren en Castilla, que son muy diferentes a las que tienen lugar en Galicia.
¿A qué obedece el título?
Es simplemente un juego de palabras, sin ninguna connotación negativa. Siempre que se habla de los personajes de Paredes de Nava se hace referencia a Jorge Manrique y Pedro Berruguete, como si fueran los únicos que vivían en esta villa, por eso intento dar relevancia a la gente contando situaciones en las que lo único que pretendo es que el lector sonría, nada más. Si sonríe… misión cumplida.
El libro es de humor, ¿cuán de importante es en la vida?
El humor es una actitud ante la vida. Cuando llegué a Paredes de Nava hace tres años, porque mi familia por parte de padre era de aquí, redescubrí este clima, que es maravilloso. Galicia y Castilla se parecen un montón. El clima de Castilla para la actividad humorística es esencial porque estás animado.
¿Cómo surgió la idea de escribir Paredes de Nada. Gracias?
Como siempre suele suceder, surgió de casualidad. Después de escribir ¿Se es viejo a las 60? , tás de coña, estaba acabando La paranoia de los padre primerizos cuando un amigo me conminó a escribir algo de Paredes, pero quedó ahí. Me volvió a llamar y me dijo que, como le había hablado de Paredes y de Castilla, había pensado uno temas. A los cinco o seis suyos añadí otros tantos y pensé que seguro saldrían más. Y así surgió Paredes de Nada. Gracias, un poco de casualidad.
¿Qué tal se lo pasó escribiendo este libro?
La verdad es que me lo pasé muy bien, porque cuando escribes relatos de humor, en concreto de Castilla y Paredes, son cosas que has vivido, las revives y te ríes.
A la hora de editarlo, ¿cuál ha sido el proceso?
Últimamente, desde hace un tiempo, los escritores ya pasamos de las editoriales. Estuve con una, pero qué ocurre, te da el 10% de un libro. Y qué pasa con Amazon, que da el 40%. Entonces, entre un 10% y un 40%, yo lo siento mucho por las editoriales, pero es que no hay color. De diez euros te dan uno, el resto se lo lleva la librería, el transporte, la distribución... y todos viven gracias a ti, que eres el que menos logra.
¿Algún libro más en mente?
Cuando escribes, al publicar te preguntas ahora qué hago. Entonces, de repente se te ocurre algo o alguien te comenta, aunque en principio cuando acabas un libro, por lo general, no tienes nada previsto. Igual me meto en uno, también de humor, sobre las situaciones que viven médicos y pacientes, el rollo de las pastillas, que si te confundes, si te las tomas o no.