Un éxodo anunciado. Cada vez es más grande la cohorte de usuarios de todo tipo, desde medios de comunicación a personalidades y clientes, que han decidido cerrar su cuenta en la red social X, antigua Twitter, perteneciente desde hace dos años al hombre más rico del mundo, Elon Musk, y futuro responsable político de la próxima Administración Trump como director del Departamento de Eficiencia Gubernamental. Los argumentos que ponen sobre la mesa los cientos de miles de personas que han dicho adiós a X se fundamentan en su polítización, además de considerar que se ha convertido en una red tóxica.
Primero se fueron las cabeceras de periódicos como el británico The Guadian, con 27 millones de seguidores en la red social, y el español La Vanguardia, que anunciaron su retirada la pasada semana debido a la proliferación de contenido que consideran desinformativo.
Pero, además de estos medios, son muchos los profesionales, escritores y famosos que han optado por dar la espalda a esta plaza pública mundial en internet, que el tiempo dirá si está en declive o no.
Elton John, Barbra Streisand, Ben Stiller, Stephen King y los nacionales Jorge Javier, Angels Barceló o Antón Losada son solo algunos de los que han optado por otro tipo de plataformas para mantener sus publicaciones y también sus seguidores.
Así, el reconocido escritor estadounidense Stephen King lo tuvo claro. «Me voy de Twitter. Intenté quedarme, pero el ambiente se ha vuelto demasiado tóxico. Síganme en Threads, si quieren», señaló el referente mundial de la literatura de ciencia ficción, que contaba con más de siete millones de seguidores en esa red.
Lydia Cacho, periodista mexicana de investigación y activista por los derechos humanos, se sumó también a la lista de personalidades que abandonaron la app.
En el peculiar caso del profesor y periodista Antón Losada, su decisión fue muy criticada por el también escritor y académico Arturo Pérez-Reverte, quien le respondió en X que ese paso dado por el gallego no dejaba de tener «su triste gracia» y añadía: «Habiendo pasado de la política al periodismo sin ducharse, que uno de los que más han contribuido a ensuciar X se va porque, dice, ya no le aporta nada. Se dispone a ensuciar otros lugares».
También instituciones como el Museo del Prado o la Berlinale han tomado cartas en el asunto. En el caso de la pinacoteca nacional, esta decidió abrir un perfil en Bluesky, además de seguir en X, para compartir con los usuarios sus colecciones, historias y el día a día del museo. El festival de cine alemán anunció hace unos días que se despedirá de la red social de Musk el próximo 31 de diciembre y que sus seguidores podrán conocer sus novedades en Instagram, Facebook, LinkedIn, YouTube y su sitio web.
Pero, ¿abandonar ahora X es una decisión inteligente? Según Ramón Salaverría, catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra, es algo cuestionable porque si se van medios de prestigio, quedaría «totalmente contaminada» por los discursos desinformativos.
Salaverría explica que, al contrario de lo que sucedía antes de que pasara a ser controlada por Musk en 2022, la nueva Twitter tiene una serie de algoritmos que derivan a unos contenidos tóxicos y de «publicidad engañosa», multiplicando los bulos «y el discurso de odio», pero hay otras redes que también están afectadas por esta misma situación.
Otra experta en redes sociales, la periodista Carmela Ríos, destaca que estas plataformas «no son una buena forma de obtener tráfico, es muy pequeño para los medios de comunicación», pero también defiende que «sería muy empobrecedor» cerrar la puerta a esta vía.
«Desgraciadamente X está marcando la comunicación política del mundo», subraya Ríos, y abandonar la aplicación significaría dejar de tener los datos que permitirían entender el mundo.
En la misma idea ahonda un estudio publicado en la revista Nature Communications, que asegura que «el abuso político es un rasgo clave de la comunicación política en X, tanto si se es de izquierdas como de derechas».
El plan del multimillonario
El plan de Musk era convertir su red en una app para todo parecida a la china WeChat, una aplicación propiedad del gigante Tencent que nació como un servicio de mensajería y que se ha ampliado hasta convertirse en básica para muchas tareas esenciales. Ese proyecto está todavía muy lejos de concretarse.
Sin embrago, X, a día de hoy, cuenta con una gran deuda y, desde que Musk se hizo con ella, ha visto caer sus ingresos por falta de empresas que quieran publicitarse. Hasta tal punto que la compañía indicó el año pasado que su valor había caído más de la mitad, unos 19.000 millones de dólares. Musk pagó 44.000 millones por hacerse con la red social.
No obstante, la app sigue teniendo un gran número de usuarios y, según la web de rastreo Exploding Topics, X cuenta con unos 611 millones de usuarios cada mes. Además, sigue siendo la red preferida de comunicación institucional y de la mayoría de medios.