Una nueva actuación de las V Noches Flamencas del Teatro Principal tiene lugar hoy con la cantaora onubense Sandra Carrasco como protagonista, acompañada a la guitarra por David de Arahal.
¿Cómo fueron sus inicios?
De una manera muy natural. Me he criado en Huelva, en una familia muy aficionada al flamenco. Al ser de allí, he crecido junto a artistas como Argentina o Arcángel, la persona más cercana y con más conocimientos de flamenco que he conocido. Entré en su escuela y fui con él haciendo coros.
Después, ya canté sola. Me apunté a concursos de fandangos en la provincia de Huelva, los gané y recibí la beca de la Fundación Cristina Heeren.
Se traslada a Madrid para participar en un musical, ¿cómo fue el cambio de ciudad?
Mucho mejor de lo que esperaba. Una amiga me dijo que había una compañía a la que le faltaba una persona para completar el elenco de un espectáculo musical, y que creía que el personaje que faltaba era yo. Fui, me cogieron y me quedé. Por tanto el irme a Madrid es de las mejores cosas que me han pasado en la vida, pues fue como un despertar: vivir sola, conocer otras músicas, etc.
¿Qué dice de su discografía?
Que no es muy flamenca. Yo venía de estar en un ambiente flamenco, pero descubrí que hay otras músicas y que quería también cantar otras cosas. Los discos que hice son el reflejo de cómo yo me sentía en ese momento, con una mezcla de culturas. Después, ya me asenté tranquilamente y necesité empezar otra vez con el flamenco. Ahora, después de años, ya estoy de nuevo metida, estudiando cante y defendiendo eso que quiero.
¿Cómo se vive el flamenco fuera de España?
Con un nivel de cultura muy grande. La gente tiene hambre de saber y estudian antes de ir a vernos, y no solo la biografía de los artistas, sino que se interesan por lo que van a ver y qué cantes son. Luego se quedan a una rueda de preguntas y muestran un gran interés, más que en España. El flamenco es una música de culto.
A usted se le conoce por rememorar a Pepe Marchena
Hago cantes de Marchena, y ha supuesto un antes y un después en mi vida. Cuando muere mi padre, en un sueño me dice que le estudie y haga un disco en homenaje a él. Yo empiezo a estudiar a Pepe Marchena y, sorprendentemente, me descubro a mí misma. El estudio de sus cantes me ha abierto un mundo de creatividad total y de inspiración. Cualquier cosa suya a mí me suponía un mundo.
David de Arahal es su inseparable guitarrista, ¿desde cuándo forma tándem con él?
Desde hace tres años. Le conocí en Tarifa hace unos siete. Tenía un gran recuerdo de él. Luego me llamó para colaborar con un fandango en su disco Mar Verde. Después, le llamé yo para trabajar, hicimos varios recitales juntos y me animó a grabar unos temas míos. Yo estaba buscando a alguien con quien sentirme bien para cantar y con él encontré la guitarra que necesitaba. Me dije: «éste es mi guitarrista».
Participó en un proyecto altruista, Música en vena. ¿En qué consistió?
Lo organizó una ONG con ese nombre y consistía en acudir sin ánimo de lucro a un hospital a cantar a las personas ingresadas. La finalidad era transformar la actitud de los enfermos, aportar música a modo de medicina.
La Gira flamenca del Norte está divulgando este arte por puntos alejados de su cuna tradicional, como es Palencia.
Me parece algo muy acertado. El flamenco necesita actividad y expansión para que la gente que no está acostumbrada a escucharlo pueda acercarse al teatro y vivir propuestas como la nuestra.