El absentismo laboral en España ya no es el que era y se ha convertido en un fenómeno que genera cada vez más preocupación entre las empresas y las administraciones públicas. Veamos. El término se refiere a la ausencia del trabajador en su puesto de trabajo de forma justificada o injustificada y, entre las causas, figuran enfermedades comunes, accidentes laborales, episodios de estrés y hasta falta de compromiso con la propia empresa. Hay más, pero la lista es densa. Por supuesto, también existen prácticas de absentismo fraudulento, caso de la simulación de enfermedades o la utilización abusiva de permisos remunerados.
Desde hace años, España experimenta tasas de inasistencia al trabajo superiores a la media europea, lo que supone un coste significativo para el tejido productivo y la economía en general. Tanto es así que la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT) ha presentado recientemente un completo informe donde se demuestra que casi un millón y medio de personas no ha acudido a trabajar ningún día del año en 2023.
El estudio destaca a la vez un hecho significativo que no pasa desapercibido para nadie, y que no es otro que la histórica relación del mayor número de bajas con el primer día de la semana, los lunes, justo lo contrario que sucede los viernes y fines de semana.
Es verdad que las enfermedades del sistema osteomioarticular o las relacionadas con la salud mental son más complejas para disponer de un tratamiento y un diagnóstico preciso, lo que abunda en los procesos de absentismo de larga duración. Pero igual de cierto es que las prácticas fraudulentas causan un elevado impacto en la productividad, uno de los principales escollos para el crecimiento económico sostenido que requiere el país.
Sin duda, estamos ante un reto no menor que necesita mayor atención por parte de empresas, organizaciones sindicales y responsables públicos para garantizar un ambiente laboral saludable y productivo. Sería otro paso en la senda adecuada.