La población de alimoches (Neophron percnopterus) estudiada abarca unos 170 territorios de cría, algunos de ellos al norte de León y de Palencia, con amenazas como el uso ilegal de veneno, la presencia de parques eólicos, la densidad de habitantes y de carreteras, el estar dentro o no de un área protegida o la disponibilidad de alimento.
El uso de veneno o la presencia de parques eólicos son algunas de las amenazas que encuentra esta especie en peligro en estas zonas de Castilla y León, aunque en menor intensidad si se compara con otras de las comunidades autónomas vecinas incluidas en el trabajo, del que también es autora Patricia Mateo-Tomás.
Según datos de la organización conservacionista SEO-BirdLife, el alimoche común mantiene en España unas 1.400 parejas, buena parte de ellas en Castilla y León, aunque con un declive generalizado, que ha conllevado su extinción en buena parte de su antigua área de distribución.
La primera vez que los vio Estalayo (aunque a saber, porque este fotógrafo se ha pateado mil veces el parque natural) fue entre Casavegas y Lores, también en los terrenos que limitan con Potes, en el pueblo lebaniego de Cueva o en el bocarón de Cerraillo, al que se llega por la pista que conduce al puerto de Pineda. Según la Sociedad Española de Ornitología, fundada a mediados del siglo pasado, el alimoche ha sufrido un severo retroceso poblacional «por una incomprensible persecución por parte de ganaderos y cazadores». Para quienes redactan el artículo en la Wikipedia se trata del «buitre del viejo mundo» que se alimentan de excrementos de herbívoros, lo que les confiere ese color amarillo en las partes descubiertas de su cabeza».
Doce, un alimoche que anillaron en Navarra, voló libre, ajeno a las investigaciones de quienes le llamaron así. 26 años después, en junio de 2020, lo capturaron entre Huesca y Lleida, y había perdido la anilla de plástico, pero conservaba la de metal. Era hasta hace poco el alimoche más longevo conocido en libertad, con más de tres vueltas al mundo en sus alas.
Cuaderno de anotaciones y curiosidades
Al alimoche se le conoce por blanquín y zapiquera en el Principado de Asturias; milopa, en Albacete, Murcia y Aragón; mariana en Guadalajara, frangüeso en León, churretero en Cádiz, Málaga y Sevilla, y blanquillo en Segovia.
Los aerogeneradores son una amenaza para estas aves, que han causado ya la muerte de más de cuarenta ejemplares.
Terranostrum, un grupo entusiasta que busca la dinamización de la región desde Fuentecén (provincia de Burgos), hace esta observación al respecto: «en zonas abiertas podremos observar el vuelo de buitres leonados, alimoches y otras rapaces como el ratonero y el milano real».
En la página de laDiputación hacen mención a especies muy conocidas, como el urogallo y el oso pardo y hablan del alimoche, que cuenta -aseguran- con la debida protección de las administraciones competentes.
En la página SEO BirdLife hablan extensamente del alimoche, estimando una población de 1.500 parejas en España, acumulando el 50% Aragón, Castilla-León y Castilla la Mancha. Se trata de una de las especies mejor censadas a nivel estatal desde la década de 1990.
En el Canal UNED hablan de los dormideros de alimoches: suelen ser árboles próximos a un sitio de alimentación, donde se juntan alimoches de distintas edades.
En una investigación universitaria en León y Segovia se informa que la presencia de alimoches se ha visto reducida en zonas donde disminuye la ganadería ovina.
El naturalista Jesús Garzón, que impulsó el parque nacional de Monfragüe y la recuperación de la trashumancia, participó en la reintroducción de varias especies, entre ellas, los alimoches.
Voitre branco es la traducción de alimoche al gallego.
Los alimoches es una localidad en Corduente (Guadalajara).
Andando por ahí, encontré una calle de los Alimoches en Cáceres.