Editorial

Al Camino Lebaniego Castellano le faltan servicios y refuerzos

DP
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Los alcaldes de los pueblos palentinos han recogido las quejas de los crucenos y habrá que tenerlas en cuenta para mejorar la oferta

Los pueblos palentinos que atraviesa esta milenaria ruta de peregrinación hasta el monasterio cántabro de Santo Toribio de Liébana han notado, por supuesto que sí, una mayor afluencia de crucenos -así se llama a los romeros que acuden a ese cenobio- durante los últimos doce meses, motivada por la celebración del Año Jubilar Lebaniego que acaba de concluir, con el cierre de la puerta del Perdón. Así lo aseguran alcaldes de localidades como La Pernía o Cervera de Pisuerga. Han recibido más crucenos y también más turistas, sin ese carácter espiritual, pero sí movidos por el acontecimiento jubilar, por mera curiosidad o por los impresionantes paisajes que ofrece esa zona de la Montaña Palentina lindante con Cantabria. Están medianamente contentos, aunque resulte difícil evaluar con exactitud el impacto económico. 

Es más que posible que la concreción sea, con el paso del tiempo, mayor número de visitantes, lo que, a la postre, redundará en ingresos económicos. Lo que sí evalúan, y las administraciones deben estar atentas a ello, es la carencia de algunos servicios y la necesidad de ciertos refuerzos para que el Camino Lebaniego Castellano, que parte de la catedral de San Antolín, en la capital palentina, y recorre unas once etapas hasta morir en el monasterio cántabro de Santo Toribio, tenga mayor predicamento por ser más conocido y mejor publicitado. Hacen falta alojamientos, establecimientos hosteleros, señalización, incluso caminos más accesibles en algunas de esas zonas de montaña, y de esa manera puede que empiece a sonar con más fuerza. No es algo que tampoco esperen de la noche a la mañana, pero sí han recogido las demandas de los crucenos y las ponen sobre la mesa para procurar solventarlas y conseguir lo que sería el objetivo último, que no es otro que el de contar cada nueva temporada con un importante número de visitantes, sin que haga falta para ello que se celebre un Año Jubilar.

Cierto es que hay un buen número de lugares en la provincia de Palencia que descubrir o redescubrir, que conocer y valorar, que disfrutar y aprovechar para el senderismo, el turismo de naturaleza y paisaje y las rutas relacionadas con el patrimonio histórico-artístico, pero sería una pena que un camino con siglos de historia, que une el norte palentino con Cantabria, que ofrece espacios naturales envidiables y pueblos con encanto, se perdiera en ese sinnúmero de ofertas y cayera en cierto olvido hasta la próxima cita con el jubileo lebaniego. No ha de haber incompatibilidades entre unos y otros destinos; lo complicado es conseguir fondos y lograr que todos tengan aquello que demandan para convertirse en objetivo del visitante. El Año Jubilar no ha estado mal, pero puede estar mucho mejor.