En una mañana soleada impropia de estas fechas, los vecinos de Aguilar de Campoo vieron sus calles invadida por ancestrales personajes que celebraban el rito del Antroido, en cuya puesta en valor se involucra de lleno la Asociación Arco.

En la plaza de España, con la colegiata San Miguel por testigo, se celebró un baile tradicional a pandereta hasta que se vio interrumpido por la llegada a la plaza de zamarrones y mascaritos (declarados Bien de Interés Cultural Inmaterial) que venían de recorrer las calles del pueblo pidiendo aguinaldos a unos vecinos que, atónitos, contemplaban la vistosidad de sus trajes, elaborados a partir de pieles de animales, telas de saco, harapos, elementos naturales y restos de animales.

Estos aterradores y fantasiosos personajes se adueñaron de la plaza, donde hicieron las delicias de los presentes con la parodia del doctor Bombasi antes de leer las coplas y mantear al pelele para finalmente quemar a este grotesco personaje que representa lo malo del año, a lo que se deja atrás con el fuego purificador.

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Posteriormente, los zamarrones y mascaritos continuaron recorriendo e interactuando con la gente presente por las calles de Aguilar hasta retirarse al local donde, en hermandad, se comieron los daos del pueblo y  cantaron y bailaron al modo como lo hicieran los antepasados.