Estamos en pleno Carnaval, y cabe resaltar, por su peculiaridad y por su riqueza cultural, las celebraciones de la localidad de Vertavillo. Además, cuentan con una mascarada recuperada el pasado año tras más de seis décadas sin celebrarse.
Francisco Javier Abarquero Moras explica que las mascaradas eran festejos paganos ancestrales de carácter popular asociados a otras fiestas, principalmente el Carnaval, como preludio de la primavera, y que dado su carácter transgresor el poder religioso imperante intentó acabar con ellas o, al menos, reconducirlas y canalizarlas para neutralizar dicho carácter.
En Vertavillo, la mascarada se denominaba La Vaca. Se trataba de un armazón de madera cubierto con mantas de las usadas en ganadería y al que en un extremo se le colocaba una máscara negra en la que se pintaba de blanco ojos y hocico y se le colocaba unos cuernos naturales del ganado, simulando una vaca. Dos personas bajo el armazón le daban movimiento persiguiendo a la chiquillería mientras los vecinos, a pie o montados en burros y caballos y ataviados de forma estrafalaria (chaquetillas, polainas, sombreros, pañuelos de colores, etc.), hostigaban a la vaca con arreos y artilugios punzantes.
La Vaca del CarnalDespués de su recuperación el pasado año, en esta edición la mascarada tuvo lugar el pasado sábado a las 18,45 horas en El Postigo, una de las zonas más bellas de todo el Cerrato, pues alberga muralla, arco, mirador y, sobre todo, un gran rollo de justicia erigido en 1537 como símbolo de jurisdicción otorgada por el rey Carlos, que dio a Vartavillo la categoría de villa.
Este rollo fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1960 y Patrimonio Histórico-Artístico en 1985. Se erige sobre seis peldaños octogonales que le rodean, y exhibe dos escudos de Carlos V, un águila bicéfala y cuatro gárgolas que representan leones.
Vertavillo es, además, una de las pocas localidades en las que perdura una cofradía de ánimas, que tiene el carnaval como epicentro de su actividad.
La Vaca del CarnalCofradías que surgieron con la finalidad de recaudar fondos mediante donativos, cuotas, legados... para pagar los sufragios por las almas de los cofrades que fallecían, así como colaborar en el velatorio, rezos y entierro, pues mientras las personas adineradas se podían permitir pagar por tener una 'buena muerte' mediante responsos y misas, lo que se llamaba sufragios, los pobres se tenían que asociar para lograrlo.
Muchos pueblos del Cerrato contaban con estas cofradías, creadas hace siglos.
Una de las más importantes cofradías de ánimas se creó en Vertavillo el 13 de abril de 1575, y aún perdura aunando la actividad piadosa con la profana y festiva.
De esta cofradía habla Javier Abarquero en su libro El Carnaval de Vertavillo y las Cofradías de Ánimas en el Cerrato Palentino, editado por la Diputación Provincial a través de la Institución Tello Téllez de Meneses.
Las cofradías de ánimas tenían también como misión atenuar el carácter pagano de los fastos del carnaval, para que no se apartara del religioso. De hecho, durante gran parte del franquismo fueron prohibidas las celebraciones carnavalescas.
Organización.
Los cofrades, a su vez, prestaban ayuda social y hacían comidas de hermandad, y tenían establecido un sistema de multas para aquellos que incumplieran sus obligaciones sin causa justificada.
Para sus funciones contaban con varas, banderas, tambores, estandartes, alabardas, platillos limosneros, platos de alquimia, esquilas, casco con cuernos ('morrión'), fardos de tela, mobiliario, vajillas, libros, etc.
Su organización, indumentaria y parafernalia es de tipo militar, quizás por la relación entre guerra (ejército) y muerte (ánimas). Por ello, cuenta con cargos jerarquizados como capitán (máxima autoridad), hermanos mayores, abad (siempre el cura del pueblo), síndico… cada uno con sus funciones. Así, el aposentador o mayordomo debe abastecer a la cofradía. El alférez o abanderado dirige el revoleo de la bandera y se encarga de su custodia, asistido por el paje. El sargento o alabardero se encarga de lanzar al alto la alabarda en el revoleo. Los cabos hacen de recaderos y limpian el local. El portaestandarte encabeza los desfiles y las procesiones enarbolando el estandarte de la Virgen del Carmen. El alcalde vela por que todo esté a punto en los desfiles y por el mantenimiento del orden en la sala de reuniones, pudiendo incluso llevar ante los tribunales a los responsables de altercados graves. El síndico o animero tiene a su cargo el platillo para recoger donativos. El secretario levanta acta de las reuniones, controla los gastos, lleva y presenta las cuentas y custodia los libros de altas y bajas.
Había dos cargos remunerados y exentos de pagar la cuota: el tambor y el enterrador.
El tambor anuncia el fallecimiento de algún cofrade recorriendo el pueblo dando a la tambora y acompañando el féretro de la casa a la iglesia y de esta al cementerio. Toca en el ofertorio de la misa, en el desfile de oficiales y en el revoleo de la bandera. Además, desde las Candelas hasta Carnaval recorre el pueblo tocando el bordón dos veces al día (al amanecer y al anochecer).
El enterrador se encargaba de cavar la fosa y sepultar a los cofrades fallecidos.
Los cargos eran nombrados el Miércoles de Ceniza y su mandato duraba desde el Domingo de Piñata hasta los carnavales del año siguiente. Ese día también se daba lectura a las altas y bajas de cofrades en ese año y se hacía inventario. Ahora, los cargos no se renuevan anualmente.
Los mayores de 65 años solo tenían obligación de pagar cuota y rezar el Martes de Carnaval. Y quienes pasaran de esa edad al afiliarse abonaban un canon especial, al presumirse que les quedaba poco tiempo para amortizar los gastos de su entierro.
La sala de juntas la preside un cuadro de la Virgen del Carmen sacando a las ánimas del purgatorio y en ella se leen los estatutos el Domingo y el Martes de Carnaval.
Para ser cofrade se requería ser cristiano y observar buenas costumbres. Las mujeres, a las que se consideraba dependientes de sus maridos o de su familia, pagaban menos cuota, no tenían obligaciones, no podían participar en los desfiles ni en las meriendas y solamente podían entrar en la sala de juntas el Martes de Carnaval para participar en los rezos.
Este año, el toque de la tambora llamando a oficiales y el revoleo de banderas tuvo lugar en Vertavillo ayer domingo, y se repetirá mañana martes a las 12,45 horas y a las 18 horas. Todavía están a tiempo de contemplar algo único.
La próxima semana hablaremos del ciclo festivo del carnaval.