La mejor despedida

Alberto Moreno
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Súper Agropal, en un completo partido, con muchos minutos brillantes, derrotó con autoridad en el derbi al Real Valladolid por 90-75

La mejor despedida - Foto: Sara Muniosguren

Súper Agropal despide el año con una autoritaria victoria en el derbi ante el Real Valladolid, evidenciando que se encuentra en un momento dulce de juego, cada vez más fuerte, cada vez más armado.

Oroz, Borg, Pablo Hernández, Vaulet, Krutwig fue el inusual quinteto morado de inicio. Qué más da, que da lo mismo. Ahora mismo, este Súper Agropal es, ante todo, un bloque, un equipo, donde no importa el nombre, los individualismos, sino el conjunto. Todos al servicio de la causa. Un quinteto, eso sí, de cierto calado defensivo, por lo que al Valladolid le costaba cada canasta, anotando tres puntos (triple de Torres) en cinco minutos y medio. Los morados se desataban en ataque con los inspirados Borg y Vaulet. Todo ello provocaba el primer tiempo muerto de Lolo Encinas (11-3). Con Manchón en cancha, los pucelanos reaccionaron, pero fue un espejismo. Guil seguía realizando constantes cambios para mantener la frescura e intensidad en la cancha. Tanto, que a los ocho minutos había cambiado a todo el quinteto inicial. Kamba, todavía con molestias, estaba convocado, pero en un segundo plano. El debut casero de N'Guessan se posponía para más adelante. El exblanquivioleta Wintering (que está en su salsa, en su estación) puso la guinda para cerrar el primer cuarto, 24-10.

El neerlandés, y sus imponentes 213 centímetros mostraban su carta de presentación al minuto del inicio del segundo cuarto y tardó treinta segundos en ofrecer su fortaleza con un poderoso mate. Valladolid seguía negado cara al aro (4 puntos en otros tantos minutos), pero Súper Agropal no acababa de volver a coger ritmo, cargándose además muy pronto de personales. Un parcial de 0-6 provocaba el primer tiempo muerto del partido de Guil.

 Con tanta interrupción, con tanto concierto de pito, y el largo parón entre cuarto y cuarto, los morados no podían meter la sexta marcha. El pibe Vaulet (en un momento espectacular de juego) volvía a encender la mecha tras la llamada a consultas, con dos canastas seguidas. Sin embargo, no era el juego electrizante de los morados del primer cuarto y, además, al cuadro pucelano le empezaba a funcionar su poderoso lanzamiento de tres, por lo que se colocaban a seis puntos, cuando llegaron a estar a 18. Otro tiempo muerto de Guil a dos minutos para el ecuador. Su anterior toque de atención no tuvo el efecto deseado. Al Súper Agropal le va el rock and roll, no la música lenta. Un triple visitante en el último segundo de la primera parte llevaba cierto equilibrio al choque, 38-35.

Entre el himno que sonó en el descanso en esta ocasión y las correcciones en el vestuario de Luis Guil, salió encendido el Súper Agropal al inicio de la segunda parte, con otra dinámica, de nuevo con Borg y Vaulet tirando del carro ofensivo. Pero Valladolid mantenía, por su parte, la buena dinámica del final de la primera parte, así que el partido entró en una fase de ida y vuelta, de intercambio de canastas, que favorecía más a los locales, más acostumbrados a este juego dinámico. Lo paraba Lolo Encinas, con +8 para los locales. Tras el tiempo muerto, el que se desmayó unos instantes fue el marcador. El pan nuestro de cada día, aunque esta vez muy brevemente. Vaulet seguía castigando la canasta rival; Vucetic tenía la muñeca caliente desde la línea de 6,75 metros. De nuevo se disparaba la diferencia a +15 con el triple de Kunkel, que conectó, por cierto, muy bien con N'Guessan. 68-54 a falta de los últimos diez minutos.

El festival Kunkel se prolongaba en el último cuarto, llevando de nuevo a su equipo a la máxima diferencia, +18. N'Guessan cometía su quinta personal y era despedido con una sonora ovación. Puede aportar mucho. Ayer, de hecho, lo hizo, en ataque y en defensa. El Valladolid actuaba ya un tanto a la desesperada, contra el crono y contra el marcador, jugando con ataques rápidos, no muy elaborados. Le mantenía vivo con ciertas esperanzas su acierto desde el triple. A los morados le faltaba el instinto asesino para cerrar de forma definitiva el encuentro, si es que no lo estaba ya. Así lo entendió Guil y de nuevo se aplicaron sus jugadores para llegar a la veintena de puntos de diferencia por primera vez. Caso cerrado, pese al maquillaje final visitante.