«He llorado en Venecia. Me he perdido en Manhattan. He crecido en la Habana. He sido un paria en París. México me atormenta, Buenos Aires me mata, pero siempre hay un tren que desemboca en Madrid». Como reza la canción Yo me bajo en Atocha de Joaquín Sabina, todos los trenes de la política española desembocan ahora en Madrid, comunidad convertida en el centro del tablero político, donde no solo se pone en juego un Gobierno autonómico el próximo 4 de mayo, sino también la correlación de fuerzas de todo el Congreso de los Diputados. Unos comicios que arrancan su campaña, aunque parece que hace mucho que comenzó, precisamente por esa importancia que le han dado todas las fuerzas políticas a esta cita.
«Allá donde se cruzan los caminos...» cantaba también el trovador de Úbeda, pero madrileño de adopción sobre la capital. Y también sirve el verso para los comicios regionales, pues será en las urnas donde se crucen los caminos de los candidatos autonómicos, pero, sobre todo, de sus jefes nacionales, que son conscientes de que su futuro pasa por allí donde «las niñas ya no quieren ser princesas». De ahí que los partidos se hayan volcado con los comicios, marcando unas estrategias y objetivos concretos que, en algunas ocasiones, consisten simplemente en sobrevivir, pues ya sería un triunfo, y en otras, en superar ya no al adversario, sino precisamente al que tienen más cerca ideológicamente, en una época en la que el bipartidismo se reivindica aunque muchos le den ya por muerto e, incluso, por enterrado.
PSOE
Los socialistas quiere desvincularse del clima de crispación de la política nacional y regional con su candidato, Ángel Gabilondo, a quien presenta como un político «soso, serio y formal» que está interesado en «resolver los problemas reales de la sociedad» y no en la «lucha ideológica», una batalla que deja en manos de Pedro Sánchez.
En las elecciones autonómicas de 2019, el exministro de Educación fue el candidato más votado, aunque no logró los apoyos suficientes para gobernar. Ahora confía en conseguirlo con el apoyo de los indecisos y de antiguos votantes de Ciudadanos, de ahí su rechazo a pactar con el cabeza de lista de Podemos, Pablo Iglesias, y su promesa de que no tocará los impuestos. Un compromiso que, sin embargo, ha sido torpedeado por su propio partido, ya que Hacienda confirmó que su objetivo a medio plazo es lograr una «armonización fiscal» en el conjunto del país, una reforma que perjudicaría especialmente a Madrid.
Partido Popular
Isabel Díaz Ayuso ha planteado estas elecciones como una disyuntiva entre «socialismo, comunismo o libertad» y es precisamente esta «libertad» el fundamento de la campaña del PP, especialmente en el plano económico, al haber mantenido la actividad abierta en la región a lo largo de la crisis sanitaria a diferencia de la mayoría de regiones. El PP vincula esta libertad a un modo de vida de Madrid que alcanza a asuntos como la educación, la fiscalidad o la colaboración público-privada.
La aspiración de los populares es aglutinar el voto de centro derecha y que Ayuso pueda gobernar en solitario, pero por el retrovisor están muy pendientes de Vox, ya que reconocen que necesitan que el partido de Santiago Abascal no se debilite más de la cuenta para tener un aliado si necesitasen sus escaños. Aunque eso obligaría a Pablo Casado a volver a tender la mano a su antiguo amigo, del que renegó en la moción contra Sánchez.
Ciudadanos
El principal objetivo de Ciudadanos es mantener el grupo parlamentario en la Asamblea de Madrid para ser decisivos y resistir así a nivel nacional, después de haber perdido de un plumazo dos de las cuatro comunidades en las que cogobernaban con los populares: Madrid y Murcia. Están convencidos de que pueden conseguirlo con el perfil «centrado y moderado» que tiene Edmundo Bal y reivindicándose como el «verdadero voto útil».
Posiblemente Inés Arrimadas, que dio el OK a la moción de censura de Murcia que desembocó en el 4-M es la líder nacional que más se juega en esta cita con las urnas.
Más Madrid
Saca pecho de ser la única fuerza «netamente madrileña» que concurre a las elecciones autonómicas así como de su labor de oposición a Ayuso durante la legislatura, frente a un Podemos con muy poca representación parlamentaria en esta Comunidad y un PSOE más desdibujado, preocupado por el Gobierno nacional.
Con su candidata, Mónica García, que ha compatibilizado hasta hace poco su labor de política con su trabajo de anestesista en el Hospital 12 de Octubre, Más Madrid aspira a atraer a un mayor espectro de votantes, incluidos los indecisos, aunque cuenta con el hándicap de que es la más desconocida de todos los cabezas de lista, según una encuesta reciente del CIS.
El voto joven es otra de las grandes bazas de la formación de Íñigo Errejón, quien quiere vengarse de su antiguo amigo y aliado, Pablo Iglesias, al que pretende superar en las urnas tras verse obligado a dejar Unidas Podemos por la puerta de atrás.
Vox
Captar a votantes de Cs y de izquierda «traicionados» es uno de los sorprendentes objetivos de Vox en estas elecciones, en las que tiene que diferenciarse del PP de Ayuso, ya que los populares pueden dejarles sin representación en la Asamblea de Madrid si aúnan los votos de la derecha, como prevén algunas encuestas. Para ello, los de Santiago Abascal basan su discurso en denunciar la «inseguridad en los barrios», la «okupación» o «la inmigración ilegal» en lugares de voto tradicional de izquierda como el distrito de Vallecas, donde arrancaron la precampaña con un mitin que acabó con disturbios entre la Policía y los manifestantes en contra del acto.
La candidata de Vox, Rocío Monasterio, confía en que su partido dé una «sorpresa» en estas elecciones y en ser la «clave» para que la izquierda no entre en el Gobierno madrileño.
Unidas Podemos
Pablo Iglesias dejó su cargo de vicepresidente para ser candidato de Unidas Podemos con el objetivo de garantizar la supervivencia de su partido en la Comunidad de Madrid, ante el temor de que un mal resultado debilitase su posición en el Gobierno de coalición con Pedro Sánchez. Si las izquierdas suman, el líder morado no contempla quedarse fuera del Ejecutivo regional y ya ha apuntado el interés de Unidas Podemos por ostentar la cartera de Educación.
La intención de su equipo es buscar el foco mediante la confrontación directa con Ayuso ante el riesgo de que gobierne con Vox, una formación contra la que Iglesias quiere desplegar un escudo «antisfascista».