Ilia Galán

Ilia Galán


Venganza acerba

23/09/2024

Los rencorosos y vengativos sufren en sí el vicio, pues les corroe. La enseñanza del perdón, una de las claves del cristianismo, es una fuente de paz interior y de salud mental, mientras que la persistencia voluntaria en el dolor y la búsqueda del resarcimiento hieren continuamente al corazón ya antes herido, como quien en vez de beber medicina también con ella tomase una ponzoña maléfica. El juicio de la Audiencia de Valladolid sobre un funcionario interino en Palencia podría ser un ejemplo de estos resultados perversos, en grado extremo. Un empleado, nombrado jefe en la recaudación de los impuestos, pareció vengarse de una mujer, haciéndole pagar lo que no debía al fisco.
El supuesto vengador, ahora en el banquillo, se enfrenta a una posible condena de cuatro años y medio de cárcel y siete de inhabilitación. Usó su puesto para causar el mal, como tantas veces hemos leído en la historia de la humanidad. Con puestos de poder como gobernantes, recaudadores o jueces, profesores y militares, algunos abusan de sus fuerzas contra los más débiles... La historia se repite, pero para eso están los actuales sistemas jurídicos que intentan impedirlo y defender incluso al ciudadano más desprotegido. En otros tiempos era muy difícil que alguien desde un puesto tal en Hacienda fuera así perseguido y se ocultaban los hechos acometidos, con nubes de oscuridad sobre la verdad. Sigue ocurriendo algunas veces, en unos ámbitos u otros, pues hay quien se excede en sus atribuciones y el mal no se vence de unas a otras generaciones, sin más. Aunque los sistemas normativos sí que pueden perfeccionarse un poquito y la sociedad puede tener un control con alertas más fino, la maldad puede seguir brotando en algunos. Basta ver lo sucedido durante milenios, de unos colores u otros.
En este caso, si hay condena, el vengador sería punido, machacado por su propia bilis, que le llevó a tales excesos. Aunque no se diese un caso tan llamativo, los vengativos sufren del ácido sulfúrico que expelen sus palabras o represalias, quemándose los intestinos del alma. Bueno es buscar la justicia, no así el espíritu de revancha.