La antigua ruta peregrina de la Montaña Palentina (I)

Eduardo Gutiérrez
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Todos los escritos conducen al Viejo Camino (introducción I)

Monasterio de Santa Eufemia - Foto: Eduardo Gutiérrez

En los inicios del pasado siglo XX, Ramón Menéndez Pidal defendía que el Camino de Santiago transitaba por tierras de Álava y Asturias (en el contexto cartográfico del medievo) y que fue el rey Sancho el Mayor quien lo desvía hacia Nájera, atribuyendo al Camino Francés el calificativo de «Nuevo Camino». Los historiadores Gómez-Moreno y Santos Coco, también en las primeras décadas de dicho siglo, en sus estudios de los manuscritos de la Historia Silense, otorgan cierta certidumbre a la existencia de otras rutas jacobeas anteriores al Camino Francés utilizadas para el tránsito peregrino europeo.
Otros estudios fechados a mediados del siglo XX, firmados por insignes historiadores como Gregorio de Balparda, Luciano Huidobro o José María Lacarra, ponen sobre la mesa datos relevantes sobre un Viejo Camino de Peregrinación, que cruzaba buena parte del norte peninsular, por lo que geográficamente hoy denominamos el eje subcantábrico.

En los años 50, Miguel Ángel García Guinea aporta su granito de arena a la causa. Guinea es el gran historiador del románico palentino, fue académico de la Tello Téllez de Meneses y presidente de honor de la Fundación Santa María la Real. En su libro El románico en Palencia, basado en su tesis doctoral y publicado por la Diputación de Palencia en 1961, Guinea hace mención expresa al pasado jacobeo de los pueblos del norte provincial, citando monasterios palentinos de gran calado con la siguiente referencia: «es muy posible que muchos de los peregrinos atravesasen la provincia de Palencia más al norte (según indica el mapa de Elie Lambert, publicado en 1951 en el  libro Las rutas atlánticas pirenaicas), sin necesidad de acercarse a Carrión por lugares de muy antiguo (mediados del siglo X) ya sembrados de monasterios».

Esto explicaría la existencia de la Granja de Valdecal, a la que llegarían inmediatamente después de Amaya, y el auge de monasterios como Mave, Olmos de Santa Eufemia, Tablares y San Román de Entrepeñas, y cita textualmente: «siempre en el camino hacia Guardo». 

A su vez, Guinea, en un buen trabajo de investigación, busca en esta cita la explicación a la prematura existencia de los mencionados monasterios palentinos, que entre otras divinas y terrenales funciones tenían... ¿tal vez la atención al peregrino?

Dicha atención al peregrino pudiera extractarse del manuscrito que constata la fundación del monasterio de Taranco, paso destacado de nuestro Viejo Camino y uno de los primeros cenobios de la ruta. Taranco está situado al norte de Burgos, en la comarca de las Merindades, a caballo entre Balmaseda y Espinosa de los Monteros. 

Hoy pertenece a Valle de Mena, en una comarca plagada de simbología santiaguista. El monasterio, advocado a San Emeterio y San Celedonio, es referenciado en documentos de San Millán de la Cogolla. De hecho, el archivo de San Millán conserva el acta fundacional del monasterio de Taranco (becerro gótico, folio 16 v. galicano folio 179).

El historiador Faustino Narganes Quijano, en su libro sobre Traspeña de la Peña, anota que la localidad norteña contaba con hospital de atención al peregrino. Dicha mención se confirma en un documento fechado en 1757 (al que yo mismo he tenido acceso en el archivo del Obispado de Palencia) en el que se puede leer sin ninguna dificultad: «Cuyas rentas gasta dicho hospital en amparar a los pobres enfermos y peregrinos que transitan por este lugar».