El rechazo de la ley de amnistía en el Congreso de los Diputados devuelve la tramitación a la Comisión de Justicia. Así que 'vuelta la burra al trigo', al menos durante un mes más, el plazo máximo para emitir un nuevo dictamen. Este paso atrás en las aspiraciones del PSOE de sacar adelante la ley sin más concesiones a Junts supone un frenazo en una polémica ley que eclipsa, desde el inicio de la legislatura, la agenda política del país.
Todo parece girar en torno a las aspiraciones personalistas de unos (los de Sánchez) y otros (los de Puigdemont), sin que nada lo remedie, al menos a corto plazo. Y más allá del atropello a la ética y a la propia ideología de un partido de Estado lo que está ya en juego es la resolución de problemas endémicos que sí nos afectan al conjunto de los ciudadanos.
Esa es la otra cara de la moneda de un triste escenario en el que prevalecen las cuestiones partidistas por encima de los intereses generales. Basta con ver los bajos índices de productividad que persisten desde hace años y que se dejan notar en los salarios o los experimentos con gaseosa que se anuncian sin el previo consenso como puede ser la propuesta de reducción de la jornada laboral.
El estudio recientemente publicado por el Observatorio de la Productividad y la Competitividad en España (OPCE) corrobora el importante retroceso acumulado desde año 2000, lo que contrasta con los avances de otros países desarrollados, caso de Alemania y Reino Unido, entre otros. Las causas también hunden sus raíces en factores como la falta de rendimiento y las inversiones improductivas. Y si a todo esto le sumamos el montante de deuda pública casi perpetua que arrastramos, estos dos factores pueden poner en peligro la economía española, aunque se maquille con un aparente repunte del empleo.
Pero como decía, la clase dirigente parece estar a otras cosas y no precisamente a las que de verdad quitan el sueño a una amplia parte de la sociedad.