Celinda Sánchez nació un 24 de diciembre en la localidad terracampina de Torremormojón en una familia con tres hermanos más: Arturo, Fernando y Miguel. Sus primeros recuerdos los tiene ya en la capital, desde muy niña, primero en el colegio Villandrando y luego en Las Angelinas. «Al venir al mundo en una fecha tan señalada les di las Navidades a mis padres», desgrana con una sonrisa de complicidad que denota un carácter locuaz, inquieto y con ganas de hacer muchas cosas, a pesar de que, ya en la retaguardia laboral, no asuma tantas responsabilidades profesionales y familiares en el día a día, algo a lo que ha estado acostumbrada desde muy joven.
En Palencia vivía por la orilla del río Carrión y sus padres la llevaban y traían al colegio en el centro. «Yo jugaba con mis hermanos, todos chicos, y a mi me gustaba hacerlo con muñecos, en concreto unos indios que tenían ellos. Mi hermano Arturo lo hacía con las cocinitas y él y Miguel fueron luego cocineros. Ya era una gran lectora y cambiaba cuentos como los del Guerrero del Antifaz en una librería. Mi madre, Asunción, se ocupaba de la casa y mi padre, Metodio, era tratante de ganado como antes lo fue su familia. Tras una pequeña etapa por El Bierzo decidió abrir un bar en Venta de Baños en el frontón, al que puso mi nombre», resalta.
Y de un pequeño negocio hostelero familiar se pasó a lo que durante muchos años fue un pujante hotel, restaurante y también discoteca, el complejo Sangar, en el que Celinda dio sus primeros pasos en la gestión empresarial y rienda suelta a una vocación emprendedora que, a día de hoy, aún se mantiene muy viva.
Hizo el bachiller y se matriculó para cursar Ciencias Políticas, pero no pude seguir estudiando al casarse a los 18 años y tener al poco tiempo una amplia descendencia. «Primero vino mi hija María Jesús y luego los otros cinco, un chico y cuatro chicas: José María, Yolanda, Nuria, Asun y Sonia, casi seguidos y uno por año. En esa etapa me encargué de todo el hotel y lo compaginé con la maternidad perfectamente. Yo salía de la clínica de la Cruz Roja de tener a mis hijos y a los tres días ya estaba trabajando. Era como la gobernanta y supervisaba el trabajo en las habitaciones, unas 50, así como la plancha, al frente de ocho personas empleadas. Luego tuve una pequeña etapa como vendedora de publicidad, haciendo contratos y poniendo la voz en la antigua emisora de Radio Cadena, hoy Radio Nacional de España», explica.
"Ver tantos comercios cerrados en la calle Mayor me hunde" - Foto: Sara MuniosgurenEn ese tiempo su padre, Metodio, que la llevaba y traía a la emisora en coche a Palencia desde Venta de Baños, falleció en un accidente de tráfico con 46 años. «Fue un palo tremendo y a mí me costó mucho superarlo. Estuve bastante tiempo en el hotel y el complejo Sangar y en el año 80 abrí una tienda de moda infantil en la plaza Mayor, en el local de lo que era modas Moreno y hoy la cuchillería Alonso. Tenía que estar a nombre de mi exmarido y yo me revelaba al pagar todo. No estaba todavía en vigor la ley que nos emancipaba y no podías abrir cuentas bancarias, ni comprar o vender patrimonio sin que tu marido lo autorizara. Salías de los brazos del padre para pasar a los brazos de tu pareja y no tenías entidad. También fundé la empresa M&C Euroservicios, que hoy en día llevan mis hijos. Fui muy peleona y mi entrada en política más adelante tuvo que ver con ese techo de cristal que teníamos que romper las mujeres», indica con vehemencia.
PAPEL FEMENIMO EMPRESARIAL. Y como la unión hace la fuerza, Celinda Sánchez fue una de las fundadoras de la Organización de Mujeres Empresarias y Gerencia Activa (Omega) a nivel nacional tras impulsar la primera asociación en Palencia, que presidió, para defender la representatividad femenina en una patronal plagada de hombres. «Mercedes Paniker, empresaria catalana ya fallecida, contactó con nosotros. Tenía una asociación en Cataluña y luego terminó en política en Convergencia y Unió. Coincidimos en distintos foros nacionales y europeos con Omega y nos apoyó en todo. En Palencia formé parte de la Cámara de Comercio y la CPOE y con la secretaria general de esta entidad, Rosa Escapa, empezamos un movimiento para que las empresarias se pudieran asociar en toda España. Junto a Inmaculada López, una importante empresaria madrileña, logramos un puesto en la ejecutiva de la patronal, muy reticente durante años a que una mujer formara parte de ella», concreta.
Ese poder empresarial femenino, entre comillas, propició que Celinda y otras cuatro empresarias españolas -de San Sebastián, Bilbao, Madrid y Valladolid- coincidieran en la feria internacional de moda infantil Pitti Bimbo de Florencia (Italia). También estuvieron en Munich (Alemania) o Versalles (Francia), para comprar ropa. «Allí se hacían las colecciones de los grandes diseñadores. La Cámara nos lo gestionaba todo para que el género pudiera venir a España y se pagaba nada más llegar a la frontera. Conseguimos ser 350 empresarias asociadas en la capital y provincia y entonces había que tirar mucho del carro y convencer a la gente de que lo que vas a hacer es bueno. Como asociación de empresarias firmamos con la Caixa un acuerdo para que nuestras cuentas fueran a ese banco y sólo nos cobraban un 1% del pago con tarjeta de crédito, cuando entonces en este ámbito las comisiones bancarias eran muy elevadas», afirma.
"Ver tantos comercios cerrados en la calle Mayor me hunde"Y en la asociación hubo tiempo para viajes internacionales, como el realizado en 1992 a Budapest (Hungría), tres años después de caer en el muro de Berlín. «Estaba todavía el régimen comunista y tengo fotos de los soldados que supervisaban todo. Acudimos a visitar a los empresarios húngaros, ya que queríamos llevarles la medalla de la Cámara de Comercio de Palencia. No hubo problemas al ser pequeños agricultores asociados los que habían subsistido al comunismo. Queríamos que supieran que los países libres estaban con ellos y se reconocía su trabajo. En París también entregamos la medalla a los empresarios franceses y conocimos, además, el Parlamento Europeo de Bruselas (Bélgica). En la CPOE me nombraron representante de Palencia a nivel regional y formé parte, igualmente, de la ejecutiva de la Federación de Comercio de Castilla León (Conferco)», apunta.
VIDA FAMILIAR Y POLÍTICA. Tras 13 años a caballo entre el asociacionismo empresarial y su negocio de moda infantil, el PP la incluyó en la lista al Senado, saliendo elegida. Allí estuvo tres años y otros 20 más en el Congreso de los Diputados. Además, fue alcaldesa de Venta de Baños cuatro años en la única vez que ganó allí el PP en democracia, «logrando que el polígono se llenara de empresas», según señala con orgullo. De esta etapa como regidora, como de las anteriores en el mundo de la empresa, tiene buenos recuerdos y se congratula de que su familia la apoyó al máximo. «A los 36 tenía una hija de 18, todos de esa edad para abajo se llevaban un año y me ayudaron como una piña. No es estar todo el día con la familia, sino que las horas que pasas en casa con tus hijos sea realmente con ellos, sin estar delante de la televisión, atendiendo el teléfono u otras cosas. Se trata de hablar y escuchar sus necesidades e inquietudes», indica.
Del Senado aún tiene grabado a fuego su empecinamiento para que la Ley del Comercio saliera adelante y lo consiguió. «Mi jefe era Alberto Ruiz Gallardón y le comenté que esa ley tenía que debatirse y me apoyó. En el PP no estaban muy por la labor al pensar que era como poner puertas al campo. En el Congreso no salió adelante por falta de acuerdos pero en el Senado sí. Es una ley que ha regulado las grandes superficies que ya se veían venir y el PSOE votó a favor. Cuando se logró aprobarla, me trajeron malísima de viaje a Palencia y me hospitalizaron con un amago de infarto que se arregló rápidamente. En el hospital ese día recibí flores del comercio de toda España, que quería su ley a toda costa. Sé que el sector en Palencia lo está pasando mal con las ventas online y todo lo que yo pueda me niego a comprarlo en Internet. Me gusta socializar y es reconfortante ver el comercio abierto, pero ahora me hunde pasear por la calle Mayor con tantos locales cerrados», asevera.
De la política reconoce que solo «se lleva conocidos» y que sus grandes amistades provienen de su etapa como empresaria. «Traje a Palencia a los cantantes Loquillo y Lolita Flores; a presentadores como Jesús Vázquez, Teresa Viejo o Terelu Campos; al juez Baltasar Garzón; y al comunicador Carlos Herrera», señala. También ha tenido la oportunidad de conocer en persona, además de a los reyes Felipe VI y Leticia, a los monarcas de Jordania, Abdalá II y Rania; en su primera etapa al presidente de Brasil, Lula Da Silva; y a dos de los primeros ministros de Israel, Ariel Sharon y Shimon Peres.
Ya en la retaguardia de la empresa y la política, tiene tiempo para casi todo. Anda mucho a diario, hizo yoga y tai-chi y, luego, se matriculó en varios cursos de la Universidad de la Experiencia y la Universidad Popular (UPP), pero sin horarios rígidos. «Voy mucho a Madrid a museos, musicales y al teatro. También a Salamanca, León, Burgos y Valladolid, lugares en los que tengo amistades. Esta última ciudad me encanta para dar una vuelta, ver cómo está el comercio y seguir aprendiendo. Cocino de maravilla y la plancha se me da fenomenal. Ya lo hacía antes varios fines de semana y, ahora, sigo preparando comida para 12-14 familiares y es algo muy agradable poder juntarlos», finaliza.