Admirable, amplio y hermoso edificio es el Teatro Sarabia, sito en una población del tamaño de Carrión de los Condes, que apenas supera los dos mil habitantes, pese a tener el título de noble ciudad y haber sido corte en pasados siglos, en los que tenía muchos más habitantes. El resultado, junto con maravillosas y numerosas obras de arte concentradas sobre todo en sus espléndidas iglesias y monasterios es que también hay un teatro no muy diferente y algo mayor en aforo que el Teatro Principal de Palencia. También las aldeas y pueblos vecinos se benefician de este centro cultural que ahora, por estupendo convenio con el ayuntamiento, servirá también para proyectar películas recientes, gracias a un acuerdo con los Cines Palencia. Ojalá sirva no solo para entretenimiento sino para ofrecer buenos y sanos contenidos.
El cine es sin duda el arte característico del siglo XX, el que mejor y más se ha desarrollado junto con la arquitectura; todavía sigue siendo importantísimo, sustituyendo en parte el papel que tenía el teatro como formador de ciudadanos en la Grecia clásica, lo que buscaban con afán para Alemania Schiller y Goethe.
En las últimas décadas una parte importante de la producción cinematográfica se ha reducido al entretenimiento, a veces de modo muy inmoral y hasta grosero, basta encender el televisor y observar, junto a una caterva de programas indignos y aborrecibles que se meten en numerosos hogares para habitar y ensuciar sus mentes, pues sus directores habitan solo el universo hedonista. Sin embargo, se hacen muchas producciones con las que se aprende y goza, que pueden elevar el alma y hacernos mejores. Estas son las que deberían tener preferencia en una cartelera que se alimenta con parte de presupuestos públicos, para hacer una sociedad mejor, no solo para que quede abotargada o deformada. Depende de quién y cómo se haga la selección de lo que se emite podrá ser fuente de conocimiento o entontecimiento. Esperemos que puedan muchos disfrutar de lo mejor de la audiovisual cultura y cultivar sus espíritus, aprendiendo y deleitándose, según proponían no pocos clásicos, como Lope de Vega.