Hay que ser muy valiente para colonizar un espacio en el medio de la nada y crear en él el germen de una venta que, con el paso de los años, que se convirtió en municipio independiente. Es quizás ese carácter luchador, tenaz e incluso un poco aventurero el que caracteriza aún hoy a Santibáñez de la Peña, un Ayuntamiento que nació a orillas de histórico tren de La Robla tras su disgregación de Respenda de la Peña.
Noventa años han pasado desde aquel hito histórico para la comarca de La Peña, cuyos vecinos de entonces fueron testigo de cómo se fraguaba aquel Consistorio. Lo que comenzó como un modesto apeadero fue ganando entidad a medida que aquellas tierras se iban transformando en un lugar próspero que concitaba el interés de un número creciente de «personas despiertas» que consolidaron «un pequeño núcleo de casas de industriales y comerciantes, empujando con tal fuerza que, en pocos años, se convierte en el punto más dinámico de la comarca». Así lo narra la periodista Natalia Calle en el libro Santibáñez de la Peña, memoria fotográfica de sus pueblos y sus gentes, donde cita a personas que hicieron posible el milagro como Raimundo Casares, cuyo trabajo fue indispensable en la culminación de este sueño.
¿El resultado? Un nuevo municipio en la provincia con La Estación como capital administrativa (se decidió así por aclamación popular, pues allí se reunían y reúnen todos los servicios) y quince pedanías: Aviñante, Cornón, Las Heras, Intorcisa, Muñeca, Pino, Santibáñez, Tarilonte, Velilla, Viduerna, Villafría, Villalbeto, Villanueva, Villaoliva, Villaverde, Intorcisa y Muñeca. Así aguantaron dos décadas hasta que Intorcisa y Muñeca decidieron separarse e integrarse en Guardo.
Sin embargo, hubo que esperar un tiempo para la construcción de la casa consistorial que aún hoy perdura. De esta manera, el primer alcalde del Ayuntamiento, José Mediavilla, tuvo que confirmarse con un local alquilado en aquellos primeros años. Tras las elecciones de 1936 le sucedió en el cargo Nicolás Vallejo, a quienes le arrebataron la vara de mando apenas unos meses después.
LOS PRIMEROS COLONOS
El germen de todo aquello fue una docena de colonos, que supieron ver la oportunidad de desarrollo que les brindaba el ferrocarril para el asentamiento de nuevos negocios, que abrieron sus puertas en el entorno de lo que hoy es la carretera de La Magdalena (principal arteria del pueblo, que lo recorre de este a oeste) y el cruce con La Estación (norte) y La Valdavia (sur).
Primero fueron los almacenes de patatas, las fábricas de gaseosas o las fondas, para ir evolucionando después a medida que la población local crecía y necesitaba de otros servicios. Así, de manera progresiva fueron abriendo más y más negocios: comercios, bancos, droguerías, bares, panaderías, ferreterías, tiendas de muebles, talleres, farmacia... con las que dar respuesta a una población que en aquellos años superaba con creces las 4.000 personas (hoy son 962, según en Instituto Nacional de Estadística).
«Al igual que ocurre ahora con internet, en aquellos momentos todo se comercializaba a través del ferrocarril, que conectaba [también hoy] directamente con las ciudades de Bilbao y León», explica en declaraciones a Diario Palentino la teniente de alcalde, Silvia González. Y es que Santibáñez tiene la particularidad de que allí hubo antes tren que carretera (hasta la fecha existían solo caminos reales), que se construyó años después dada la imperante necesidad de acercar a los habitantes de los pueblos del entorno al tendido ferroviario.
ACTO INSTITUCIONAL
Será el próximo 19 julio (21 horas, plaza del Ayuntamiento), en el marco de las fiestas patronales de San Jerónimo, cuando tenga lugar el acto institucional con el que se conmemorarán estos 90 años de vida, de prosperidad y de ilusiones en el municipio peñiego. Y es que, como sostiene el primer edil santibañés, Manuel Maza, «hay mucho que celebrar, pues el municipio sigue muy fuerte, está vivo y tiene ganas de hacer cosas».
Este evento sustituirá al tradicional pregón festivo y estará conducido por Andrés Vázquez. «Es importante saber cómo hemos llegado hasta aquí y poner en valor a esos primeros pioneros que llegaron aquí con la esperanza de generar riqueza. Gente que llegó con una mano delante y otra detrás con el sueño de medrar, y lo consiguió», concluye González.