Los «peligros» del alto consumo de pornografía son el pretexto del trabajo de Jorge Gutiérrez. Este periodista murciano fundó hace nueve años la ONG Dale una vuelta, con la que ofrece asesoramiento y ayuda a aquellas personas que se ven afectadas por la adicción a este tipo de contenidos.
¿Considera al alto consumo pornográfico como un problema real para la sociedad?
Hay expertos que incluso hablan de un problema de salud pública por el alto consumo que hay, sobre todo entre adolescentes y menores.
¿Equipara los problemas relacionados con el consumo de estos contenidos a otras adicciones como, por ejemplo, la del alcohol?
Cada adicción es un mundo, con sus semejanzas y sus diferencias. El consumo problemático de pornografía, que es como se define en la literatura científica, tiene muchos elementos adictivos, a pesar de que, todavía, no está considerado como una auténtica adicción.
Un consumo frecuente tiene muchas semejanzas en la forma en la que afecta a distintas partes del cerebro, aunque también tiene diferencias importantes. Este consumo, al ser tan frecuente, no deja huella: pueden pasar muchos años hasta que se vean las consecuencias en los ámbitos social, familiar e, incluso, biológico.
¿Cómo relaciona el consumo de pornografía con el aumento de la violencia sexual?
La pornografía la normaliza. Es un factor más, pero no es el único ni el más importante. No obstante, acostumbrarse a ver estos contenidos hace que uno, en determinados momentos, actué con violencia. Evidentemente, no todo el mundo que la vea se va a comportar así, pero es un factor a tener en cuenta y así lo demuestran muchos estudios.
¿Cuál es su postura respecto a plataformas como OnlyFans, que fomentan estos contenidos?
Estamos en una época en la que la diferencia entre prostitución y pornografía es cada vez más difusa.
El caso de OnlyFans es un ejemplo muy bueno para ver hasta dónde puede llegar lo que se considera pornografía. Es un comercio de cuerpos, a pesar de que no hay un contacto físico. Es un paso más hacia la mezcla entre un mundo virtual y una cercanía que supuestamente promete más exclusividad. Todo esto hay que ponerlo entre comillas. Hay un supuesto empoderamiento de las personas que participan en páginas de este estilo, pero, al final, uno siempre va a necesitar enseñar un poco más para seguir teniendo público e ingresar dinero. Es un engaño pensar que uno actúa con más libertad en estas plataformas, puesto que esa libertad depende a su vez de la oferta y la demanda.
Nos encontramos en un escenario en el que parece haber una sobreprotección a los menores. Sin embargo, la pornografía es más accesible que hace unos años. ¿Por qué cree que ocurre esto?
Cada vez hay mas tendencia e interés en la protección del menor, pero llega un momento en el que también hay que proteger al mayor. Hasta que no nos demos cuenta del daño que puede producir el consumo frecuente en adultos no protegeremos a los niños con más fuerza. De todas formas, hay avances. En España y Europa se quieren imponer medidas de verificación de edad más eficientes. Las que hay ahora se limitan simplemente a confirmar que se es mayor de edad sin ningún tipo de comprobación adicional.
Hasta ahora no ha ocurrido por la falta de conciencia social y pública del daño que hacen estos contenidos. Necesitamos más datos, voces, campañas y formación para darnos cuenta de que la pornografía, de una u otra forma, es dañina. Falta apoyo y concienciación para ver que este camino no es el mejor para disfrutar de la sexualidad. Luego está la libertad de cada adulto de hacer lo que se desee.
Si de usted dependiera, ¿prohibiría estos contenidos?
No soy partidario de prohibir prácticamente nada. Sí lo soy de educar en una serie de valores necesarios, hablar y formar mejor a las familias y las escuelas y crear una serie de campañas y materiales para que la gente pueda aprender. En todo caso, sí prohibiría a los menores un acceso directo y fácil como el que hay ahora en la mayoría de webs.
¿Cómo surge Dale una vuelta?
Comenzamos porque vimos que en España no había (ni hay) entidades que hablen abiertamente de los efectos negativos del consumo pornográfico y que ofrezcan un servicio de ayuda.
Nos lanzamos a crear esta ONG. Contamos con un equipo de psicólogos que ofrece terapia online y ayudamos a los que nos escriben.