De pequeños gestos nacen grandes gestas. Lo que comenzó como el sueño de un apasionado por el medio rural que ha recorrido medio mundo, se transformó en realidad al inicio de la cuarentena: crear una radio local, de nombre K-Jabalí, volcada en las personas para dar voz y protagonismo a los vecinos de Tabanera de Cerrato. Desde allí emite cada día a partir de las 12 horas y en un pequeño radio de menos de cinco kilómetros, a través del 89.0 del dial, esta pequeña cadena que también se puede escuchar por Internet y cuenta con blog propio (www.kjabali.wordpress.com).
Al otro lado del micrófono está el documentalista Javier Valdezate, que capitanea la productora CabraSentada, de la que nacen trabajos tan llamativos como La cabra tiró al monte, sobre gente que ha abandonado la ciudad y ha apostado por comenzar un nuevo proyecto de vida en el entorno rural.
Él es el padre de este proyecto que tiene como padrinos a los 70 vecinos que residen en esta pequeña localidad del Cerrato más profundo y a los hijos del pueblo que emigraron lejos de su tierra, a la que ahora regresan cada mañana a través de las ondas. «En estos momentos de soledad entre las cuatro paredes de casa necesitamos escucharnos, contarnos nuestras cosas y estar acompañados. Por este motivo, este era el momento más adecuado para ponerla en marcha, porque es un proyecto comunitario que mantiene a todo el pueblo unido», afirma su promotor.
Oyentes que se sienten identificados porque allí se habla de lo que realmente les interesa: el campo, la naturaleza, sus tradiciones, su cultura o sus valores. Para ello Valdezate, que se define como «el maquinista de un tren con muchos pasajeros», tiene como colaboradores a sus paisanos, algunos de ellos con espacios propios como Héctor Castrillejo, que se encarga de la sección Palabras Más, en la que pone en valor vocablos de la Palencia rural en desuso o ya perdidos. «En unos momentos en los que las redes sociales nos intoxican de información falsa, se agradece escuchar otras cosas», subraya el locutor.
Un proyecto de éxito
El proyecto ha resultado ser todo un éxito. ¿El secreto? Hablar de lo cotidiano, abordar las cuestiones que más interesan a sus paisanos y dar el protagonismo que se merecen a todos y cada uno de ellos, como ha sucedido con dos de sus últimos invitados: Luciano, que conectó desde Sestao (Vizcaya), o Fidela, que lo hizo desde Palencia capital, ambos con más de 90 años a sus espaldas.
Parte importante de esta buena acogida la tiene también su programación diversa y plural, en la que tienen cabida desde la poesía hasta la particular visión de los niños sobre temas tan dispares como la naturaleza, Japón o el futuro; sin olvidar las viejas tradiciones, coplas, fiestas, trabajos y costumbres de este rincón del Cerrato palentino.
«Es una forma muy bonita de mantener unido a todo el pueblo, porque somos pocos y las casas están muy dispersas. Aunque salgamos a aplaudir cada tarde a las 20 horas, en frente de nuestro balcón no vemos a nadie. El contacto se mantiene a través de la radio y es algo muy especial», destaca el colaborador Héctor Castrillejo, de la Universidad Rural del Cerrato.
Pueblos vivos
Durante muchos años se ha denostado la cultura de los pueblos y ellos, en cambio, la reivindican. Javier Valdezate, K-Jabalí en su conjunto y su extensa familia de colaboradores hacen suya la defensa que siempre abanderó del medio rural el gran maestro de las letras Miguel Delibes, y demuestran con rotundidad que los pueblos «están vivos» y que son un lugar tan propicio como cualquier otro para emprender nuevos proyectos.
Por eso, la emisora se engloba dentro de las muchas actividades de desarrollo de la Universidad Rural del Cerrato, el proyecto que está ayudando a repoblar Tabanera con gente joven llegada desde los más diversos rincones de la geografía española.
Muestra de ello es K-Jabalí y Tabanera en su conjunto. Un pueblo «con mucho talento» y gente joven dispuesta y con ganas a los que ha unido esta Universidad Rural del Cerrato. «Apostamos por recuperar esa maestría de disfrutar de las pequeñas cosas y vivir a otro ritmo», concluye Valdezate. Y es que una de las cosas que nos ha enseñado el coronavirus es a levantar el pie del acelerador y afrontar la vida de otra forma. Y a disfrutar de las pequeñas cosas.