"Es importante que los creyentes y seguidores de Jesús abramos puertas, derribemos muros, bastiones, salgamos de nuestras trincheras y hagamos de la comunidad cristiana un hogar abierto y acogedor para todos", aseguró hoy el nuevo obispo de Palencia de Mikel Garciandía durante su ceremonia de ordenación celebrada en la catedral de San Antolín, que estuvo presidida por el nuncio de su santidad en España, Bernardito Auza. Se convierte así en el prelado 102 de la Diócesis palentina con la intención de conseguir una Iglesia más cercana.
En este sentido, se comprometió a luchar en favor de la vida humana y, especialmente, "de todas las víctimas de los abusos de cualquier tipo en el seno de la Iglesia". El nuevo obispo pidió un mayor compromiso a los fieles para servir a quienes más lo necesitan y prometió trabajar por "los enfermos, los ancianos, los que serán privados de su derecho a nacer o los descartados". "Nos deben doler y movilizar de una manera tan vigorosa como creativa".
Garciandía reclamó una participación activa e hizo hincapié en la idea de "caminar juntos" como mejor manera de acabar con los "extremismos" y la "indiferencia". No quiso olvidarse tampoco de todos aquellos que son perseguidos y castigados, dijo, por defender el cristianismo y "difundir la palabra de Dios".
Hizo un llamamiento a la evangelización como mejor herramienta para afrontar "los nuevos retos de la fe cristina" y destacó su voluntad de unirse a la Iglesia palentina con "humildad" y "esperanza". "Me alegra incorporarme a una diócesis que está en pleno proceso de articular una pastoral más orgánica desde los arciprestazgos y las unidades pastorales".
Durante su alocución mostró además su intención de seguir trabajando para preservar el patrimonio artístico y arquitectónico de la provincia pero sin resignarse a reconvertirlas en "una especie de tanatorio". "Han de ser un verdadero paritorio, lugares para despertarnos de nuestra modorra cultural, y activar la búsqueda y el deseo de plenitud que toda persona lleva dentro", remarcó.
Por su parte, el que hasta hoy fue administrador de la Diócesis de Palencia, Manuel Herrero, se despidió refiriéndose a los palentinos como "gente de caridad, llana y sin doblez". "Son gente de la mejor masa y nobleza que yo he visto", destacó.
La ceremonia de ordenación contó con la presencia de casi una treintena de obispos y arzobispos de diferentes diócesis españolas como el actual administrador apostólico de la Diócesis de Pamplona y Tudela, Francisco Pérez; el obispo auxiliar de Toledo, Francisco César García, y el secretario general de la Confederación Episcopal Española, el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizade. También acudió el obispo emérito de Córdoba, Demetrio Fernández, y el obispo de Bilbao, Joseba Segura, entre numerosas autoridades eclesiales.
Además, a la ceremonia acudieron tres antiguos obispos de Palencia como Ricardo Blázquez, José Antonio Munilla y Esteban Escudero. También lo hicieron cuatro mitrados naturales de la provincia como son Luis Javier Argüello, actual arzobispo de Valladolid; Gerardo Melgar como obispo de Ciudad Real, Manuel Sánchez, obispo emérito de Santander y Javier del Río, obispo emérito de Tarija (Bolivia).
También hubo presencia de autoridades políticas entre las que se encontraban la presidenta de la Diputación de Palencia, Ángeles Armisén o la alcaldesa de la ciudad, Miriam Andrés, entre otras personalidades de la vida política y social de la provincia.
Junto a todos ellos, las cerca de 2.000 personas, según fuentes del Obispado palentino, que estuvieron presentes en esta ordenación, entre los que se encontraban un gran número de fieles procedentes de Navarra, ya que Mikel Garciandía ejerció durante 15 años como capellán del santuario de San Miguel de Aralar, en Huarte-Araquil.
Tres corales acompañaron la ceremonia. Dos de ellas de la provincia de Palencia (Capilla Clásica de la Catedral y Regina Angelorum) y una tercera, Etxarri Aranatz, del pueblo natal de Garciandía. En total, casi 90 personas ocuparon el coro de la seo.