Dos fueron los protagonistas indiscutibles en la procesión del Corpus Chirsti ayer en la capital: los niños que semanas previas hicieron la Primera Comunión y el Santísimo, colocado previamente sobre su carroza en la plaza de la Inmaculada para que todos los participantes, procedentes de las 14 parroquias, le hicieran la pertinente reverencia.
A medida que avanzaba la mañana, los nervios se apoderaban de los chavales, que disfrutaron de la jornada festiva con los nervios a flor de piel. Pero también con una inmensa alegría y la satisfacción del deber cumplido como cristianos habiendo participado por vez primera del Sacramento de la Eucaristía.
Durante todo el recorrido estuvieron arropados por cientos de palentinos que se echaron a las calles en una de las procesiones más entrañables del año, organizada por el Santo Sepulcro. Un itinerario lleno de magia, de luz y de color en el que no faltaron las flores a manos de los recién estrenados comulgantes, el sonido de la dulzaina, los gigantes y cabezudos, las cofradías, los trajes típicos, la Banda y las autoridades.
Igualmente significativos fueron los altares repartidos por todo el recorrido. En total, más de media docena ubicados en lugares tan destacados como la plaza de Isabel La Catolíca, la calle Mayor (Bocaplaza, Patio del Castaño, Villandrando y Casa Junco), Juan de Castilla, Jorge Manrique y plaza de la Inmaculada.
DESDE LA CATEDRAL
Antes del recorrido del Santísimo por las principales arterias del casco urbano, todas las miradas se dirigieron a la catedral, donde Mikel Garciandía se estrenaba al frente de la eucaristía de la Solemnidad del Corpus Christi como obispo, como el mismo recordó durante su homilía. Lo mismo ocurría con la alcaldesa, Miriam Andrés, también presente en los actos.
«Queridos niños, al comulgar a Jesús os habéis convertido en su casa, en amigos suyos y en trabajadores de un mundo nuevo», señaló Garciandía dirigiéndose a todos los chavales que este año han hecho la Primera Comunión. «El pan consagrado, blanco y limpio, ha venido a colmar el hambre y la se de la humanidad», añadió.
A los más jóvenes allí presentes, pero también al resto de palentinos, animó el prelado a «abrir una y otra vez un camino de esperanza. A ser Iglesia que no defrauda, porque sale a por la vida». «Adoremos a Jesús sacramentado por la calles. Donde hay caridad y amor, allí está el Señor», enfatizó.