A primera vista parecen simples cajas de cartón, libros y carpetas colocados en estanterías, pero los documentos del Archivo Histórico Diocesano de Palencia esconden miles de historias que hunden sus raíces en la Edad Moderna. Y una de ellas es la de la familia Ceinos Lorenzo, que logró enlazar su pasado con el presente gracias a la inmensa base de datos de la Iglesia Católica generada en las parroquias palentinas. El archivero, Dionisio Antolín, explica que los documentos más antiguos que guardan están fechados en el siglo XVI, tras la celebración del Concilio de Trento, que obligó a las parroquias a anotar los bautizos, los matrimonios y las defunciones. Por ello, es un lugar recurrente al que acudir para tratar de bucear en los orígenes familiares. Los más modernos datan de mediados de la pasada centuria. De hecho, los palentinos, con papel y lápiz, podían acudir a buscar datos en los legajos para completar su árbol genealógico. En este momento, no. Está cerrado temporalmente porque se encuentra en proceso de traslado del Palacio Episcopal al Seminario Mayor.
Pero a Antolín, que cuenta con el apoyo de voluntarios para indexar la extensísima documentación, también le llega trabajo a través del correo electrónico. Y desde el último cambio legislativo para acceder a la nacionalidad, se le acumula. Las peticiones, bien por este asunto (la mayoría) o bien por otras cuestiones, aumentaron hasta alcanzar la veintena algunas semanas. «La mayoría son de argentinos y cubanos, pero nos solicitan información de antecedentes españoles desde muchos países de América», comenta el archivero. Y como muestra de ello, un ejemplo reciente. Los Ceinos de Puerto Rico preguntaron por las partidas de bautismo de Serapio Ceinos y Luisa Lorenzo, dos personas de Carrión de los Condes que nacieron a finales del siglo XIX y que vivieron a caballo entre las Antillas y su tierra natal.De hecho, cuatro de sus seis hijos (Luis,Victoria, Pascual y Eleuteria) vieron por primera vez la luz en el Caribe. Los otros dos, Ambrosio y Angelines, en España, aunque solo el primero se estableció en el Estado Libre Asociado de Estados Unidos.
El Archivo Diocesano les entregó la documentación solicitada y, sorprendentemente, esta historia no se limitó a completar los datos de un árbol genealógico con presencia en dos continentes. Fue más allá. La suma de la globalización, que permite enviar mensajes gratuitos a todo el mundo, al hecho de que Palencia sea una ciudad donde la teoría de los seis grados de separación (la que sostiene que cualquier persona puede estar conectada a cualquier otra del planeta a través de una cadena de cinco o menos intermediarios) facilitó un resultado totalmente satisfactorio.
Gracias a esta gestión, ambas ramas de la familia pudieron ponerse en contacto directamente y el intercambio de mensajes acabó provocando que dos bisnietos de Serapio y Luisa (Gretchen y Carlos Enrique, acompañados por la esposa del último, Daphne) visitaran la provincia para adentrarse en su pasado español. «En la capital comprobaron que Juan Ponce de León, el primer gobernador de Puerto Rico, está vinculado con Palencia y cuenta con una estatua en su honor en la plaza de Pío XII, muy cerca de la avenida del mismo nombre, que es la que comienza en el Puente de Hierro», comenta Rubén Gómez Ceinos, uno de los familiares españoles que hizo de guía durante su estancia en España.
Además, se llevaron un grato recuerdo de la calle Mayor Principal, de la que destacaron su orden y el cuidado de los edificios, y disfrutaron del partido de baloncesto entre el Zunder Palencia y el Bàsquet Girona en el pabellón municipal. Por desgracia, el equipo local perdió por cuatro puntos (76-80), aunque se quedaron con el sentimiento palentino, el gran ambiente de las gradas y unas bufandas moradas que viajaron a tierra boricua.
Como no podía ser de otra manera, el itinerario de Gretchen, Carlos Enrique y Daphne incluyó diversos lugares de la provincia. En el apartado turístico sobresalen las excursiones a la Villa Romana La Olmeda y a Villalcázar de Sirga (con parada en el conocido mesón de la localidad) y, en el familiar, la visita a los edificios de Carrión donde residieron sus ancestros (entre ellos, algunos inmuebles situados en la calle PedroRomero) y al cementerio municipal, donde reposan aquellos que ya no están entre nosotros. La comida familiar tuvo lugar en el monasterio de San Zoilo, donde los puertorriqueños pudieron conocer a más familiares españoles.
Actualmente solo vive la más joven de las hijas del matrimonio, Angelines, de 92 años y residente en la ciudad carrionesa. Fue la encargada de encabezar el encuentro y recibió un pequeño homenaje y un ramo de seis rosas, una por cada hijo de Serapio y Luisa. Además, participaron en el convite 25 personas más, entre nietos, biznietos y familiares políticos de la pareja. En torno a la mesa, se puso en común numerosa documentación familiar de los Ceinos Lorenzo recopilada desde Carrión y Puerto Rico y que, en muchos casos, sus familiares desconocían. Se proyectaron árboles genealógicos y fotografías antiguas, lo que facilitó que se recordaran anécdotas y muchas historias, en algunos casos desde los dos puntos de vista.
Probablemente, uno de los relatos más entrañables corrió a cargo del puertorriqueño Carlos Enrique, que vio fotos que nunca pensó que se habían enviado a España, como la de su graduación. Su abuelo Luis mantuvo el contacto con sus hermanos con cartas firmadas de su puño y letra hasta que falleció en 1982.
UNA TAREA DIFÍCIL. Los puertorriqueños terminaron su paso por España con una sonrisa e, incluso, saludaron al archivero de la diócesis, al que entregaron un regalo. Antolín admite que se trata, sin duda, de un hecho muy singular, pero que ha sucedido alguna otra vez. Lo más habitual es el simple agradecimiento por la gestión. Y es que recalca que buscar información en el archivo es una tarea muy complicada y que no siempre desemboca en los hallazgos esperados por la falta de datos y por la dificultad de acotar fechas o localidades. «Algunos no saben mucho y dicen que nació en Castilla y León, pero es una región con nueve provincias y así es imposible porque no sabemos por donde empezar», explica. En este caso, los Ceinos ya realizaron una importante búsqueda por instituciones y registros en Puerto Rico y Estados Unidos. De hecho, cuando contactaron con la diócesis de Palencia preguntaban por la parroquia carrionesa de SanAndrés.
Los legajos que ya están indexados y digitalizados facilitan la tarea, aunque el archivero, que también tiene otras funciones dentro de la diócesis (es el deán de la catedral), asegura, por el contrario, que el trabajo se complica en libros antiguos con letras que cuesta descifrar. «Ponemos buena voluntad para que la petición sea una realidad, pero a veces estamos dos horas o una mañana para encontrar una partida», añade. Cuando la búsqueda es satisfactoria, envían los documentos. En estos momentos, registros posteriores a los años 20 no pueden enviarse sin una acreditación de la identidad del que lo pide.