170 clásicos se dan cita en Herrera de Valdecañas

Pablo Torres
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La localidad cerrateña celebró una jornada en la que los amantes del motor pudieron disfrutar de los vehículos que otrora circulaban por las vías del país. Unas 350 personas participaron en la comida popular

Aficionados al motor se dieron ayer cita en Herrera de Valdecañas al hilo de la IV Concentración de Clásicos. - Foto: Juan Mellado

Los amantes del motor se dieron  ayer cita en Herrera de Valdecañas al abrigo de su IV Concentración de Coches Clásicos. Unos «170 vehículos» -según aseguró el alcalde, Víctor Arroyo- trasladaron las calles de este rincón del Cerrato al siglo pasado al tiempo que despertaron la nostalgia entre aquellos que tuvieron la oportunidad de conducirlos. 

Esta buena muestra de máquinas permitió a los cientos de vecinos y visitantes de pueblos limítrofes  volver a ver de cerca los vehículos que antaño circulaban por las vías y carreteras del país. Así, no faltaron los más que reconocibles Seat 600 en varios de sus modelos, algunos turismos más señoriales como el Seat 1500 o el  124 D especial, ni deportivos como el Porsche Turbo o el Alfa Romeo Spider 2.0. Auténticas joyas como el Citroen Méhari o un Toyota Land Cruiser del siglopasado fueron otras de las reliquias automovilísticas que podían observarse en la localidad cerrateña. 

Algunos vehículos fueron expuestos con la tapa del capó abierta, lo que permitió a los amantes de la carretera observar de cerca cómo eran los mecanismos y engranajes que otrora permitían el movimiento de estas máquinas.  
Amén de los coches, que fueron los principales protagonistas del día, no faltaron tampoco reliquias a dos ruedas como una Ossa o una Honda Rothmans. Asimismo, los profesionales agropecuarios pudieron rememorar algunas de las máquinas con las que antes hacían sus labores en el campo, tales como los tractores Mitsubishi D1450 o un Barreiros 4000. 

En paralelo, el frontón municipal acogió un mercado artesanal con expositores destinados a la bisutería, los complementos, vestidos y, sobre todo, la alimentación.

El disfrute dejó paso al hambre ya entrada la tarde, y de ello dio buena cuenta la larga cola que se formó en la casa cultural de la localidad para degustar unas patatas guisadas y reponer fuerzas. Unas 350 personas se dieron cita en la comida, que fue gratuita para los conductores de los clásicos y sus acompañantes (el resto de personas pagó un simbólico precio de cinco euros). La jornada concluyó con un sorteo de regalo para los participantes.