Innovar en las aulas no es solo utilizar pizarras digitales o mostrar el camino adecuado y seguro para navegar por Internet y que los más jóvenes no se pierdan en portales de todo tipo, de escasa utilidad en demasiadas ocasiones. Innovar es acercarse a los nuevos materiales pedagógicos, aprovechar las posibilidades de la impresión 3D y láser, adentrarse en ámbitos tan amplios y múltiples como el de la robótica o aprender a manejarse con y en la realidad virtual. Innovar es, también, hacer compatibles las nuevas tecnologías y su uso educativo con el disfrute de un entorno natural privilegiado, con la calma y la atmósfera limpia de emisiones contaminantes y con el ejercicio al aire libre. También innovar es ser conscientes de que la convivencia se basa en el respeto al igual y al diferente, en el intercambio civilizado de pareceres y en el enriquecimiento mutuo de experiencias y es asumir que tanto las TIC con su amplísimo arsenal de herramientas digitales y virtuales es una opción enormemente válida, a la que todos los estudiantes deben tener acceso. Los de los centros docentes de las capitales de provincia y las grandes ciudades y, por supuesto, los de los colegios del medio rural.
Barajando todos estos naipes y jugando bien la partida, el resultado solo puede ser la victoria, que no es más que la sucesión de esas bazas sucesivas del día a día, que los maestros comprueban al ir evaluando el desarrollo de sus alumnos y la evolución en aprendizajes y en habilidades relacionales.
Es en ese ámbito donde cobra todo su sentido y, además, destaca el Centro Rural de Innovación Educativa (CRIE) de Cervera de Pisuerga, que lleva veintitrés cursos funcionando, a razón de un millar de alumnos del último ciclo de Primaria en cada uno de esos períodos lectivos. Los chavales y sus maestros pasan una semana -gratuita- en esta dotación y cada día abordan distintos contenidos curriculares a través de los materiales más nuevos y avanzados. Es inclusivo, se adapta a las necesidades de todos los participantes y se enfoca de forma especial en los colegios del medio rural para compensar las posibles desigualdades con respecto a la capital palentina, aunque también tienen cabida colegios de esta última. Contribuye también a esa formación continua del profesorado, tan útil para mantenerse al día en el aula de todos aquellos avances que redunden en el mejor desarrollo de los alumnos y en el aprovechamiento óptimo de las herramientas más innovadoras.
Porque innovar es mucho más que utilizar pizarras digitales y aprender a navegar por Internet, porque los ciudadanos del mañana deben moverse en un mundo cambiante y porque se trata de explorar con los ojos bien abiertos y los pertrechos más adecuados.