Los cereales constituyen la rama agraria productiva más importante a nivel mundial. Más allá de las enormes extensiones que ocupan, tienen un enorme peso porque la totalidad de la población del planeta depende en mayor a menor medida de ellos para alimentarse. Son imprescindibles para elaborar alimentos tan cotidianos y consumidos como el pan, las galletas o la cerveza, pero además forman parte de miles de alimentos que compramos y consumimos todos los días.
El mercado de estos productos es algo así como la bolsa: hay quien dice que sabe, pero lo cierto es que es muy complicado predecir cómo se van a comportar los precios a largo, medio e incluso corto plazo. Cualquier factor aparentemente intrascendente puede cambiar el rumbo, como ocurre con la bolsa.
Las transacciones entre países cuentan mucho y, en ese sentido, España es un país netamente importador. Producimos suficiente para abastecer el consumo humano, pero tenemos una gran cabaña ganadera, sobre todo de porcino, que precisa de muchas toneladas de pienso al año que nosotros no estamos en condiciones de fabricar sin traer materia prima de fuera.
El complicado mercado del cerealUcrania es uno de los territorios que tradicionalmente ha vendido cereal a España, pero estas ventas se han disparado. Nuestro país aumentó un 23,6% sus importaciones de cereales en 2023 debido a la nefasta cosecha causada por la sequía, pero en el caso de Ucrania esta cifra ascendió al 76,9%. Pese a la invasión rusa afianzó su puesto como primer proveedor e impactó en el abaratamiento del producto en el mercado interior. Rumanía, Bulgaria, Alemania y Polonia también aumentaron sus exportaciones a España, según la asociación de almacenistas portuarios Unistock.
Con ese incremento, España palió las necesidades extra y la escasez provocada por la peor cosecha cerealista de su historia por la sequía, una situación que contrastó con una abundante oferta internacional y con un aumento del tránsito de grano de Ucrania, pese a vivir su segundo año de guerra. En los mercados de cereales dominó el «efecto Ucrania», según declara el secretario general de Unistock, José Manuel Álvarez, tanto por sus mayores envíos como porque provocó una bajada de los precios de otros países europeos.
En consecuencia, los operadores e importadores optaron por comprar más a naciones del este europeo, mientras que descendieron las importaciones de Brasil y de Francia, otros dos grandes abastecedores de grano para España. También crecieron las importaciones de Rusia (43%), pero su importancia para las lonjas españolas es inferior, ya que ocupa el puesto número 14 entre los principales países de origen.
Entre los países que nos venden cereal, Francia ocupa el segundo lugar (2.751.326 toneladas), con una caída del 14,4% en 2023, según Unistock. Brasil es el tercero, con 2.318.074 toneladas y una fuerte bajada del 46,8% anual que refleja una lógica disminución después de que en 2022 los operadores recurrieran más al país suramericano ante las tensiones del inicio de la invasión rusa. Les siguen dos países de la Unión Europea (UE) y del Mar Negro que registraron un aumento considerable de sus envíos: Rumanía, con 1.811.549 toneladas (56%), y Bulgaria, con 1.438.031 toneladas (225,19%).
Canadá envió a España 988.319 toneladas (+64,9%); Alemania, 952.306 (+244,89%); el Reino Unido, 918.513 (+51,22%); Polonia, 612.463 (+105,4%); Lituania, 460.102 (+15%); Letonia, 448.694 (-6,9%); Portugal, 375.122 (+41,75%); y Dinamarca, 269.275 toneladas (-2,3%). Hay que tener en cuenta que, a pesar de que en 2023 acabó el acuerdo para facilitar la exportación de grano por el Mar Negro entre Ucrania y Rusia, auspiciado por la ONU y Turquía, el tránsito continuó.
Protestas.
El aumento de las importaciones procedentes de Ucrania ha tenido sus consecuencias, ya que este país se ha convertido en diana de las protestas de los agricultores de los países de la UE, especialmente en aquellos fronterizos del este o en Francia, que exporta cereal. Aunque España necesita el grano para su ganadería, las organizaciones agrarias mayoritarias se han sumado a las críticas de sus colegas de otros países contra las ventajas arancelarias la UE a los productos ucranianos porque han hecho disminuir mucho los precios de sus cosechas.
Sin embargo, otras fuentes comerciales han asegurado que es «anómalo» que en España hubiera excedente de grano teniendo una cosecha tan baja por la sequía, y han apuntado que a veces los productores se han resistido y el hueco de su oferta lo ha llenado cereal barato de otros orígenes. Las protestas, por otra parte, han favorecido que el último acuerdo entre las instituciones de la UE para renovar las exenciones arancelarias a Ucrania haya incluido salvaguardas para proteger los bienes agrícolas del bloque comunitario en productos sensibles como el maíz o la avena.
El Consejo de la Unión Europea y el Parlamento Europeo llegaban a finales de marzo a un acuerdo provisional para renovar un año más, hasta el 5 de junio de 2025, la suspensión de los derechos de importación y las cuotas sobre las exportaciones ucranianas a la UE, pero con una serie de salvaguardas para proteger esencialmente productos agrícolas del bloque comunitario. El pacto -que ha sido refrendado formalmente por los dos colegisladores de la UE esta semana- refuerza las salvaguardas ya incluidas en el actual reglamento sobre medidas temporales de liberalización del comercio con el fin de tener en cuenta cualquier impacto adverso en el mercado de uno o varios Estados miembros y no solo en el mercado de la UE en su conjunto, como es el caso ahora.
«Hemos reforzado las salvaguardas para proteger a los agricultores europeos en caso de turbulencias en el mercado generadas por importaciones ucranianas. Extendiendo las medidas de apoyo comercial otro año, este acuerdo demuestra también la continua solidaridad y el inquebrantable apoyo de la UE a Ucrania», ha explicado la responsable del dosier en la Eurocámara, la eurodiputada popular letona Sandra Kalniete.
Unión de Uniones celebraba el acuerdo alcanzado a finales de marzo (y refrendado esta semana) al considerar que «supondrá un gran avance a la hora de mantener el apoyo europeo a Ucrania a la vez que se vela por una mayor protección de sectores agrarios sensibles a las importaciones ucranianas».
Por otra parte, la Comisión Europea ha propuesto elevar los aranceles a las importaciones de cereales rusos y bielorrusos como el trigo, el maíz, la cebada y el mijo hasta 95 euros por tonelada con el objetivo de evitar que Moscú utilice los ingresos para financiar la guerra contra Ucrania. Respecto a este asunto, la patronal de comerciantes mayoristas Accoe ha alertado de que la medida «puede afectar mucho a los barcos que están en tránsito entre los dos países» y encarecer el coste para las empresas españolas. Accoe ha pedido, en una carta dirigida al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que se considere una «excepción» a los embarques realizados antes de la publicación de la subida de aranceles a Rusia, pero pendientes de llegada o despacho en los Estados miembros de la UE.
Los precios remontan.
Afortunadamente para los agricultores y después de muchas semanas de precios a la baja, los precios de los cereales han subido en las lonjas españolas en abril en un momento de mucha volatilidad por el apogeo de las predicciones meteorológicas y su impacto sobre los mercados, según han informado fuentes de Accoe, que destacan en este sentido al trigo blando, el maíz y la cebada. Estos han sido los precios y los cambios semanales de los cereales: trigo blando, 219,85 euros por tonelada (+0,24%); maíz, 217,24 (+0,45%); trigo duro, 325 (igual); cebada, 218,29 (+0,64%); y cebada de malta, 224,5 euros por tonelada (igual).
Desde enero de 2024 los precios del trigo blando han disminuido un 9,19% ; los del maíz, un 6,79%; los del trigo duro, un 11,56%, los de la cebada un 5,68% y los de la cebada de malta se han desplomado un 10,65%.
Los ganaderos pagan.
Cuando se habla de los precios de los cereales se piensa en que los perjudicados o beneficiados por los cambios en las cotizaciones son los agricultores. Y es cierto, pero no solo ellos se ven afectados. Los ganaderos dependen, y mucho, de los precios de estas materias primas, ya que con ellas se fabrican los piensos con los que hay que alimentar a los animales de la granjas. Y lo malo es que no siempre que baja el cereal bajan los piensos, algo similar a lo que ocurre con el petróleo y la gasolina.
Unión de Uniones denunciaba la situación hace unos días. La organización lamentaba que, pese al hundimiento de los cereales por la entrada de cereal a precios muy por debajo de los costes de producción españoles, los ganaderos siguen pagando cara la alimentación del ganado. «Esto es insoportable. A los productores nos imponen los precios a los que tenemos que vender y nos imponen también los precios a los inputs», explicaban desde la organización. Unión de Uniones reclamaba al Gobierno medidas para controlar «qué es lo que está pasando en las cadenas de suministros para que, con las materias primas tan bajas de precios, el ganadero siga pagando tan caros los piensos».