El buldócer que arrasó el campamento romano de Las Heras de la Peña realizó zanjas de medio metro de profundidad en este yacimiento protegido como Bien Integrante del Patrimonio Cultural (BICP) en suelo catalogado como «enclave arqueológico» en «suelo rústico de protección cultural» en las Normas Urbanísticas del Ayuntamiento de Santibáñez, la máxima figura municipal.
Este es la principal conclusión a la que han llegado los expertos después de comprobar sobre el terreno los daños «irreparables» en este conjunto histórico con dos milenios de antigüedad. Y es que, según la información a la que ha tenido acceso Diario Palentino, los restos arqueológicos se encontraban a tan solo veinte centímetros de la superficie, debidamente conservados bajo la tierra.
Al parecer, estas mismas informaciones hablan del uso de un subsolador, es decir, un apero muy específico empleado para remover la capa dura del suelo y subsuelo a la que los arqueólogos definen como «destructoras de yacimientos». Las zanjas que se realizan con este tipo de maquinaria pesada pueden alcanzar el metro de profundidad, según el Ministerio los datos que maneja el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Hasta el yacimiento santibañés se acercó ayer por vez primera el director de las excavaciones arqueológicas en el castro cántabro de La Loma, el doctor Jesús Francisco Torres. «Estoy consternado, como yacimiento ya no existe. El nivel de destrucción es prácticamente completo», manifestó a Diario Palentino sobre el terreno, al que acudió invitado por el alcalde, Manuel Maza, quien le acompañó durante la expedición.
Una muestra más de la manifiesta preocupación mostrada desde que saltaron todas las alarmas el pasado 23 de febrero tanto por parte del Ayuntamiento peñiego como del equipo de expertos. Estos últimos se ponen a disposición de la Junta de Castilla y León y el Seprona para esclarecer los hechos, mientras que el Consistorio santibañés confía en que desde el Ejecutivo autonómico «contrate y financie» el estudio arqueológico que evalúe el impacto real de los daños producidos.