Los vecinos de la capital hicieron gala nuevamente ayer de ese carácter hospitalario que caracteriza a las gentes de esta tierra con la llegada simbólica de Jesucristo, que se abrió camino entre la multitud a lomos de un pequeño burro. Arrancaba así la procesión de la Entrada de Jesús en Jerusalén, que emula el momento evangélico con más de 2.000 años de historia que culmina con la muerte del hijo de Dios en la Cruz. Una de las más históricas y entrañables de la Semana Santa palentina, y que figura también en los puestos altos de la tabla en lo que a participación se refiere.
Pasaban quince minutos de la doce del mediodía en el reloj de la torre de la catedral cuando la talla (Víctor de los Ríos, 1956) salía del interior del principal templo diocesano y se encontraba con cientos de cofrades que, a cara descubierta, batían palmas en la plaza de la Inmaculada en señal de respeto y regocijo por la llegada del Mesías.
Desde allí fueron desfilando una a una las diferentes cofradías y hermandades en una larguísima y colorida procesión que cerraba La Borriquilla, como así se conoce tradicionalmente a este paso. Mientras tanto, el obispo, Mikel Garciandía se mostraba muy cercano con los chavales que este año tomarán la Primera Comunión. Con ellos conversó de manera entrañable al tiempo que les explicaba el significado del primero de los dos desfile procesionales que recorren las calles capitalinas el Domingo de Ramos.
Y es que la cofradía del Santo Sepulcro, organizadora de la misma, volvió a dar un protagonismo destacado a los más pequeños. No solo a los cofrades, cuya participación es una de las señas de identidad de esta procesión, sino a los chavales de los colegios de la capital.
Estos fueron uno más en la comitiva, que recorrió calles céntricas como Jorge Manrique y Gil de Fuentes para dirigirse después hasta San Lázaro, antes de recorrer parte de la calle Mayor de camino a la plaza Mayor, donde se vivió otro de los momentos más característicos de la jornada, la Entrada Triunfal. En ese instante el recinto se llenó de gente, si bien entre los más fieles a la cita destacaban que la coincidencia con el partido Zunder Palencia-Real Madrid restó público a este acto en concreto y a la procesión en su conjunto.
La otra nota positiva la protagonizaron las agrupaciones musicales que se sumaron a La Borriquilla: Vera Cruz, Nazarenos, Santísimo Cristo de la Misericordia y la Banda Municipal, que acompañaba al paso. Gracias a su buen hacer, por las calles de la ciudad se pudieron escuchar durante gran parte de la mañana marchas alegres y de gran sonoridad que evidenciaron el carácter festivo de la cita.
La capilla del Santo Sepulcro fue el punto final de un desfile que se celebró bajo un intenso sol, pero con una temperatura que invitaba a ponerse la chaqueta.
HOMILÍA DEL OBISPO
«Jesucristo nos sorprende una y otra vez. Su entrada en la historia es por la puerta pequeña, desde abajo, en la discreción y delicadeza extremas del verdadero amor», destacó el obispo en su homilía de la misa celebrada en la catedral instantes antes de la procesión.
«Huye de las pompas y vanidades del mundo, de las falsas grandezas, del discurso impostado y seductor. Anhela entrar en los caminos de la historia montado en un animalito que suscita ternura y alegría, que saca al niño que todos tenemos dentro, cuyo trote no es épico, sino profundamente poético», continuó el prelado, que se estrena como pastor de la diócesis palentina en Semana Santa.
Para finalizar, Garciandía invitó a cofrades y feligreses a «hacer santa esta semana». «Dejemos que la contemplación de las imágenes de Cristo y la Virgen nos conmuevan; que en la misa crismal, los diáconos y sacerdotes renovemos nuestras promesas y que el Jueves aceptemos sentarnos a la Cena del Señor», concluyó.