Un 'duelo' entre originales y réplicas

Inmaculada Tapia (EFE)
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El Museo del Prado y la Galería de las Colecciones Reales exhiben en sus salas obras idénticas en las que no caben distinciones de valor

Cuadros de Marina de Austria, esposa de Felipe IV, y su hijo Carlos II (i), firmados por Juan Carreño de Miranda - Foto: EFE

El Museo del Prado y la Galería de las Colecciones Reales, situados ambos en Madrid, exhiben algunos cuadros idénticos en sus salas. Réplicas, producto del deseo de los monarcas de reforzar su poder y mostrar su imagen en las paredes de distintas residencias, que fomentan un duelo en el que a los expertos no les resulta sencillo establecer diferencias de valor.

El asturiano Juan Carreño de Miranda (1614-1685), uno de los principales pintores de corte del siglo XVII, duplicó varios de sus lienzos. Dos de ellos, aparentemente idénticos, de Marina de Austria, esposa de Felipe IV, y de su hijo Carlos II, firmados por él, pueden verse actualmente en el Prado y la Galería de las Colecciones Reales. Pero, ¿cuál de ellos se hizo antes? ¿Cuál vale más? 

Carmen García Frías, conservadora de Pintura Antigua en Patrimonio Nacional, asegura que ambos cuadros de Carreño se consideran «versiones originales» y su precio en el mercado del arte sería el mismo «porque salen de la mano del pintor, no de algún miembro de su taller». Por ello, la experta prefiere el término réplica al de copia y recalca que los duplicados casi siempre se daban en retratos.

Sin embargo, Javier Portús, jefe de Conservación de Pintura Española hasta 1800 del Museo del Prado, indica que el grado de intervención directa de un artista de cámara en las versiones de sus «prototipos» es muy variado. Hay casos en los que se encarga él mismo de todo el proceso, mientras que en otros toma partido solo parcialmente y, en algunas ocasiones, es su taller el que asume «el trabajo», lo que da lugar a «una amplia casuística», explica.

Así, lo que vienen a ser hoy las copias de las fotografías oficiales, eran entonces las réplicas de retratos con la imagen de reyes y reinas. A partir de mediados del siglo XVI, fueron habituales en el resto de cortes europeas, donde pintores como Velázquez o Rafael también duplicaron algunos de sus cuadros.

Similares pero no iguales

Aunque los cuadros de Carlos II y Mariana de Austria parecen idénticos -en las dos galerías aparecen dialogando entre sí-, «son distintos», ya que el matiz está en «pequeños detalles», aclara la conservadora.

La situación invita a buscar las diferencias. Carlos II aparece ligeramente más cerca en uno que en otro; la raya del pelo está situada en un punto distinto, a un lado en el Prado, al medio en las Galerías. Además, se aprecian singularidades como que las baldosas aparecen más transparentes en uno que en otro.

Y es que, los retratos debían satisfacer la demanda de los reyes para disponer de ellos en distintos palacios, además de para colecciones particulares u otras instituciones.