Pocos serán los pueblos que a estas alturas del año y habida cuenta de lo avanzado que está ya su final, tengan ganas de fiesta y estén esperando este próximo fin de semana: 24, 25 y 26 de noviembre para celebrar su fiesta grande en torno a su patrono San Andrés.
Aunque hay que aclarar pronto que San Andrés es en realidad el día 30 de noviembre; pero como este año cae en jueves, muy a trasmano para que la fiesta llegue hasta el fin de semana y le ocupe en su totalidad, en esta ocasión las celebraciones en Quintanilla de Onsoña -localidad situada a 8 kilómetros de Saldaña, en la carretera Osorno-Saldaña-, que tiene a este santo como patrono, se han adelantado al fin de semana anterior.  Pero avisan ya desde la corporación municipal que el próximo año, como es bisiesto y el día 30 será sábado, pues la fiesta se celebrará en el día que así le corresponde desde tiempo inmemorial.
Bueno, pues hecha esta aclaración, habría que decir que sí, que en Quintanilla sus habitantes tienen ganas de fiesta.  ¡Cómo no!, si celebran a su patrono San Andrés; así que todos los honores le sean otorgados a su santo protector.
Y claro, como Quintanilla está de fiesta, sus calles aparecerán engalanadas, su centro cultural también, y la alegría reinará por doquier, alegrando los corazones de niños y grandes, de los habitantes del pueblo y de sus visitantes; que acudirán en masa a cada uno de los actos programados por el consistorio a tal fin: pasacalles musicales, competiciones deportivas, actuaciones circenses, vermut sonoros, verbenas, fuegos artificiales...
La misma, o parecida alegría que nos invadía a aquellos chavales de los pueblos de alrededor -léase por ejemplo Velillas del Duque (mi pueblo), a tan solo dos kilómetros de Quintanilla-, en aquellos años 60 del siglo pasado, cuando esperábamos con verdaderas ganas este día de San Andrés para, tras salir a la carrera de la escuela, contando ya con el permiso de los padres, tomar la carretera en dirección al pueblo vecino que se encontraba de fiesta, y pasar con sus habitantes las siguientes horas gozando de su fiesta.  De la que regresábamos encantados.