El ayuntamiento palentino quiere ser modélico preparando un brillante futuro para el comercio minorista y pide una ayuda a la Unión Europea. Somos conscientes de que no conviene dejar comerciar solo a unos pocos y menos si son grandes empresas multinacionales que, cuando no ven compensadas sus inversiones con suculentos beneficios, pueden irse a otro punto del planeta, dejando devastada la zona en que se implantaron. Las grandes empresas suelen beneficiar a unos pocos; los minoristas, en cambio, forman un tejido a veces familiar que por su variedad permite sobrevivir, como la variedad genética frente a los virus, en las circunstancias adversas. El pequeño comercio suele ser más humano, permite un trato directo con las personas y se responsabilizan de lo que venden, en principio más que las grandes corporaciones en donde las personas a menudo son solo números. Un mundo variado es posible cuando no hay solo dos grandes marcas, inmensas, como está sucediendo en ciertas zonas del globo: gran tristeza.
Quieren crear un espacio para fomentar el talento, diez viviendas para alojar a emprendedores, proyectos recompensados solo cuando se demuestre su eficacia, pues los negocios dependen de las matemáticas, y han de salir las cuentas.
Competir hoy con los gigantes que todo lo devoran en un mundo globalizado no es fácil, pues al comprar enormes cantidades logran precios especiales, pero luego, cuando ya han arruinado a los pequeños y quedan solos vuelven a alzarlos y estamos peor que antes, perdidos en los pasillos anodinos del hipermercado, donde los empleados casi cambian cada sábado porque se les paga muy poco, como neoesclavos o pobres asalariados, donde el trato humano se pierde entre máquinas que cobran solas. Los tejidos sociales han de ser humanos sobre todo y parece mejor que el vendedor tenga rostro y nos sonría un poco y podamos fiarnos porque le conocemos desde hace años. Mantener poblaciones plurales comercialmente hoy no es fácil; todo tiende a caer en manos de grandes señores sin nombre, en siglas de grandes cadenas para las que da igual un sitio u otro, pues poco les importan las gentes.