Muchos hombres y mujeres dejaron la impronta de su huella en importantes gestos a los que solo llegamos por casualidad, cuando buscando historias de otros nos encontramos con obras e historias de ellos que nos sorprenden. Son personas que vivieron en los siglos pasados y retrataron de algún modo la sociedad de aquel momento. En esas andaba yo buscando una historia relacionada con los 'Duque' de Areños, me refiero, claro está, al apellido, no al título, cuando me encontré con Demetrio Duque Merino, nacido en Reinosa el 22 de diciembre de 1844. Su padre, Nicolás Duque Santos, era natural de Areños, un pequeño pueblo de Pernía, entre Camasobres y San Salvador. Su madre, Teresa Merino Sierra, había nacido en Quintanar de Rueda, en el municipio de Valdepolo, provincia de León. Vas tirando de hilos finos, porque muchas de las cosas que se dicen de ellos no pueden asegurarse con rotundidad. Parece que Nicolás, -yo recuerdo al Colás de la empresa Duque, que heredó nombre y apellido-, llegó a Reinosa para regentar un almacén de vinos, entonces situado en el número 17 de la actual avenida de Cantabria, uno de cuyos propietarios, don Pantaleón, fue su padrino. En Madrid estudió Filosofía y Letras, aunque no pudo terminar los estudios, probablemente por falta de recursos. Allí intentó vivir del periodismo trabajando en El Fomento Literario, pero no lo consigue y regresa a Reinosa, donde vivirá hasta su muerte con su hermana Filomena, maestra de gran prestigio. Se apunta en varias fuentes aquel momento álgido de su vida, cuando fue nombrado secretario general del Gobierno Civil, siendo presidente Emilio Castelar, con quien mantuvo abundante correspondencia y algunas dedicatorias interesantes he podido leer al adentrarme en la Hemeroteca Nacional. El día 4 de mayo de 1884 nace -empujado por Demetrio-, el primer prospecto de El Ebro, primer periódico de Reinosa, del que salieron a la calle 333 números. Colaboró también en El Eco Montañés, el Cantábrico y el Atlántico, y fue tertuliano del café Suizo junto a José María de Pereda. Curiosamente, en 1903, Nicolás Rueda, editor argentino, publica en Bolívar Undo -historia íntima de un hospiciano- que publicará también en 1912, después de su muerte, El Heraldo de Campoo, otro periódico reinosano.