Hay una vieja creencia popular que afirma que el Camino de Santiago comienza en la casa de cada uno de los peregrinos, pero lo cierto es que en Palencia solo dos ostentan el título de oficiales: el Camino Francés (Itero de la Vega-San Nicolás del Real Camino) y el Olvidado (Nestar-Guardo). En total, unos 140 kilómetros de espiritualidad, arte y patrimonio al servicio de quienes emprenden viaje hacia la capital compostelana.
Cuando a principios de la década de los noventa se inició la revitalización del Camino de Santiago, que tuvo su primer gran impacto en el Xacobeo de 1993, el Camino por excelencia, y por ello prácticamente el único utilizado, era el Francés. Ese sigue siendo el dominante indiscutible en la provincia, pero bien es cierto que cada vez son más los que se decantan por la alternativa de la Montaña Palentina, mucho más desconocida pero que el grupo de acción local ACD y los ayuntamientos de la comarca se han propuesto colocar en el lugar destacado que se merece.
En este caso cabe señalar que, según afirma el Centro de Estudios y Documentación del Camino de Santiago, ubicado en Carrión de los Condes, «el Camino de Santiago en sí es el Francés, los demás son rutas que llevan a Santiago, algunas más transitadas y otras prácticamente sin utilización real».
En este sentido Barreda afirma que esta proliferación de alternativas puede resultar «perjudicial» para la senda principal, aunque sabe que esta carece de competencia. «Algunos no tienen razón de ser. Estamos cansados de que se pretenda que el Camino pase por cualquier lugar», se lamenta.
CAMINO OLVIDADO
No es este el caso del Olvidado, pues son muchos los escritos antiguos que lo mencionan y hay evidentes restos en multitud de iglesias de la comarca. Motivo más que suficiente para que la Junta de Castilla y León lo reconociera como camino histórico el 22 de diciembre de 2020. Una lotería para los promotores de una ruta que cada año suma más adeptos.
Más concretamente, la Comisión de los Caminos a Santiago por Castilla y León valoró su historicidad y coincidencia con caminos antiguos y medievales, así como la numerosa documentación de los viajeros que han realizado este recorrido. Asimismo, se tuvieron en cuenta elementos como el paisaje, el patrimonio románico o su tránsito por buena parte del patrimonio industrial minero. «Se trata de un camino con infraestructuras y bien señalizado, que ya había sido contemplado por la Junta, pero que hasta este momento no había sido incluido en ninguna categoría», explica la citada comisión.
CAMINO DE LA VALDAVIA
Mucho más desconocido para el gran público es el Camino Real de La Valdavia, una ruta histórica de unos 114 kilómetros y de eminente carácter jacobeo que une el Camino Francés en el entorno de Carrión de los Condes con el puerto de Piedrasluengas a través de la comarca que le da nombre.
Según explica Aitor Ruiz, un gran divulgador de la ruta, esta permite al devoto la oportunidad de visitar dos de los centros de peregrinación de mayor trascendencia cristiana en España: la catedral de Santiago de Compostela y el monasterio de Santo Toribio de Liébana.
Este antiguo camino que parte de San Vicente de la Barquera (Cantabria) y cruza el puerto de Piedrasluengas, cuenta, según los datos obtenidos por Ruiz, «con varias referencias que evidencian su antigüedad y uso». Esto es, según explica, «debido a que el citado valle supone ser la ruta más corta y accesible, desde Carrión al mar a través del paso de Piedrasluengas, permitiendo el trasiego de personas y mercancías desde Castilla hacia el Cantábrico desde tiempos seculares».
CAMINO LEBANIEGO
Con sus casi 200 kilómetros de recorrido es el más largo de todos los que atraviesan la provincia y tiene como destino Santo Toribio de Liébana.
El itinerario de esta ruta entre los campos meseteños y las brañas cántabras discurre en tierras de Palencia por variados paisajes, ya sea por las sirgas del Canal de Castilla o entre arte románico en la zona norte, donde el cruceno (así se conoce a sus peregrinos) se adentra en la majestuosidad de la Montaña Palentina antes de llegar a la comunidad vecina.
En la variedad de estos paisajes, cada caminante puede sentirse peregrino y cada peregrino caminante, dado que el camino pudiera etiquetarse como espacio cultural, senda natural o camino de culto. Un singular viaje de once etapas en que la brújula siempre apuntará hacia un norte cargado de historias y de leyendas.