El sufrimiento de Cristo se apodera de San Francisco

Rubén Abad
-

El Crucificado de Alejo de Vahía procesionó bajo techo por culpa de la lluvia. El acto de la Vestición también se celebró en la iglesia

El sufrimiento de Cristo se apodera de San Francisco - Foto: Juan Mellado

Cómo colocarse de forma adecuada la túnica, el cíngulo, el capirote, la capa, la medalla y los guantes fue una de las incógnitas a las que se dio ayer respuesta en el acto de Vestición, uno de los más singulares de cuantos tienen lugar en la Semana Santa de Palencia, donde se ha hecho ya un hueco pese a sus recientes orígenes, a principios del presente siglo.

Dentro de la inmensidad de actos que incluye el programa de esta celebración, con marchamo de fiesta de interés turístico internacional, podría parecer a priori un acto menor, pero lo cierto es que se concibe como una auténtica catequesis en vivo y en directo sobre las procesiones y su simbolismo dentro de la gran familia cofrade.

Así, en la Vestición participaron las diferentes cofradías y hermandades de la capital, mientras el sacerdote encargado del acto litúrgico explicó su significado espiritual. Las nueve, en un acto de hermanamiento en el que poco importaban los colores, primaban un bien común: llevar a lo más alto del escalafón a la Pasión palentina.

El sufrimiento de Cristo se apodera de San FranciscoEl sufrimiento de Cristo se apodera de San Francisco - Foto: Juan Mellado

Y es que, como detalló Fernando Caballero en su aplaudido pregón de 2024, cada prenda tiene un marcado simbolismo: la túnica constituye una muestra del deseo de cambiar de vida y de dignificar el cuerpo, haciéndolo más parecido a Dios; el cíngulo recuerda las ataduras de Cristo a la columna en la que fue flagelado; la capa evoca a la Virgen; la medalla o las cruces simbolizan la unidad y enriquecen la variedad de las hermandades; el capirote oculta a la persona, y los guantes son protectores de las manos en los trabajos duros.

Tras dos días en los que la lluvia o amenaza de precipitaciones obligó a cambiar de planes a última hora -cancelación de las procesiones de La Sentencia el Viernes de Dolores y de Piedad y Reconciliación el Sábado de Pasión, amén de la reducción del recorrido de LaBorriquilla el Domingo de Ramos- la Vestición corrió idéntica suerte y tuvo que celebrarse bajo techo en una abarrotada iglesia de San Miguel, respondiendo así al llamamiento de la cofradía penitencial de Nuestro Padre Jesús Crucificado y Nuestra Madre la Dolorosa, organizadora de esta cita que reunió a cientos de palentinos.

CINCO LLAGAS

Tras la Vestición llegó el turno de la procesión en sí, con un espectacular Jesús Crucificado del siglo XV, obra del maestro Alejo de Vahía, uno de los grandes del gótico español. La talla -la más valiosa de las que procesionan en la capital palentina- captó todas las miradas del público allí congregado por su rostro desencajado, agonizante y repleto de realismo, más aún cuando se observa de cerca. A ello contribuyó enormemente la agrupación musical de la cofradía de la Oración del Huerto y Vera Cruz, de Medina del Campo (Valladolid), que puso sonido al acto.

La iglesia se enmudeció al paso del Cristo por el pasillo central de camino al altar, portada a hombros por un grupo de cofrades de Nuestro Padre Jesús Crucificado, entre los que se encontraban varios hermanos descalzos. Un silencio sobrecogedor solo roto por algún que otro disparo de las cámaras de fotos y móviles para inmortalizar este significativo momento de la Semana Santa. Entre tanto, fueron muchos los que se conformaron con escuchar el acto desde la plaza, pues el templo completó con creces su aforo.

Un recorrido a cubierto que invitó a palentinos y visitantes -que son muchos llegadas estas fechas para conocer la Semana Santa y el patrimonio palentino- a la plegaria, al recogimiento y al sentimiento de dolor más profundo, tanto como las cinco heridas que Cristo sufrió en la Cruz. Y es que, como señalan los expertos en Semana Santa, esta de las Cinco Llagas es una procesión de carácter reflexivo, para rezar, para tener presentes a los que sufren y para aliviar su dolor. El mensaje clave es, en este caso, implorar por la paz, contra la codicia y el odio, que siembran la sociedad de destrucción y muerte.