El próximo jueves se cumplen 50 años del fallecimiento de Teófilo Perote Almazán, persona influyente en Cevico Navero, principalmente en sentido económico.
Nacido el 28 de febrero de 1908, se convirtió en lo que hoy denominaríamos emprendedor, aunque en un contexto y circunstancias muy diferentes a las actuales.
Fábrica de gaseosas, agricultura, tienda de ultramarinos y de apeos de labranza, bar, salón de baile… son actividades a las que se dedicó.
Teófilo Perote, emprendedor pionero
Él las ponía en marcha, pero no podía atender todo personalmente, por lo que recibía muchas peticiones de empleo. Más de las que podía contratar. Elegía a las personas más afines y de confianza, y las personas que no eran contratadas a veces le escribían en tono no muy amistoso, frustradas por no poder trabajar en sus negocios.
Sin embargo en general era querido por sus convecinos debido a su cercanía y afectuosidad. Le gustaba mucho hablar con todo el mundo. En su mesa no faltaban nunca invitados, fuesen viajantes que acudían a hacer negocios con él, empleados, familiares, etc.
Su frenética actividad le llevó por los pueblos de la comarca y también a realizar viajes a Madrid, sellando muchos tratos con un apretón de manos.
Teófilo Perote, emprendedor pionero
En una ocasión, en los años de la guerra, yendo a Anguix (Burgos) con un burro y un carro con motivo de sus negocios, a comprar o vender, una partida de nacionales le detuvo. Se puso muy nervioso, temiendo por su vida. Les explicó que solamente era un comerciante que había ido a hacer negocios, y le dejaron seguir. Unos vecinos de Anguix le vieron en estado de ansiedad y le llevaron a su casa para atenderle. Le dieron agua y todo lo que necesitó. Desde ese momento, como agradecimiento, estuvo muy unido a esa familia, con lazos de amistad muy fuertes.
Yendo con el carro a vender por los pueblos de alrededor era frecuente que otras personas aprovecharan para ir o volver con él. Eso ocurrió con una vecina a la que recogió por el camino. Al llegar a Cevico la señora no estaba en el carro. Volvió sobre sus pasos y la encontró en la cuneta. Era de noche y no se enteró de que se había caído.
En 1939 puso en marcha una fábrica de gaseosas, cuyo lema era 'El tratamiento del agua y la alta calidad de las materias empleadas hacen que la Gaseosa Perote sea insuperable'. En ella, con una motobomba volante, fabricaba gaseosas, sifones, licores, etc. Las distribuía por los pueblos de la comarca, primero con el carro y el burro y después con una Cirila, en jaulas de madera que elaboraba Nicanor, un carpintero de Castrillo de Onielo.
La alta demanda y los crecientes requisitos de la normativa de higiene provocaron que se ampliara la fábrica y pasara de la calle Alta (en el centro del pueblo) a la carretera de Hérmedes. Allí además puso una bodega, denominada Canfranc, en la que servía porrones de vino y los vecinos podían llevar su propia merienda o almuerzo, incluso para asar allí en una parrilla, por lo que era un lugar de encuentro muy frecuentado.
Como lo era asimismo el salón de baile que regentó, en un espacio amplio y ajardinado, que también contaba con bar.
Como adelantado a su tiempo que era, Teófilo llevó a cabo una concentración parcelaria años antes de promulgarse la normativa que lo regulaba. Esta normativa se fue fraguando a lo largo de los años 50, y él comenzó en 1948 a comprar y permutar tierras para concentrarlas y aumentar así la productividad.
Ministro.
De tal manera que cuando Adolfo Díaz-Ambrona Moreno, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación entre 1965 y 1969, visitó Palencia recibió a Teofilo y al darse la mano le dijo «ya hemos hecho la concentración parcelaria», a lo que él respondió «yo la tengo hecha hace ya muchos años».
En la tienda vendía comestibles, artículos de limpieza y aperos de labranza, como garias, zoquetas, horcas, cuerdas...
Tenía una libreta en la que se apuntaba a los clientes lo que se llevaban fiado, si no podían pagar al contado.
Esta tienda estaba en la planta baja de la vivienda familiar. En el techo que separaba ambas estancias (techo de la tienda, suelo de la vivienda) había una trampilla que en su día había servido para vigilar desde la vivienda a los animales, ya que la cuadra con la caballería ocupaba el espacio que luego fue tienda. Pero con esta en marcha, esa trampilla tuvo otra utilidad: cuando era inminente la llegada la fiscalía de tasas (que vigilaba el estraperlo o si las mercancías había pasado por el fielato), si tenían mucha mercancía subían parte de ella a la vivienda a través de la trampilla, para ocultarla a la vista de los inspectores y evitar que se lo requisaran.
Cuando se cerró la tienda, que curiosamente estaba en la calle Fielato, su espacio se convirtió en sala de estar y el techo se cubrió con escayola, cegando así la trampilla.
Teófilo tuvo como apoyo imprescindible en sus actividades a su mujer, Eladia Lorenzo, de Villaconancio. Tuvieron tres hijas y un hijo (Lucila, Eladia, María del Pilar y José Luis) y numerosos nietos. Todos ellos han seguido ligados al Cerrato tanto familiar como laboralmente.
Además de sus negocios, fue concejal, presidente de la Cámara Agraria y juez de paz.
Pocos meses después de jubilarse, con 65 años, falleció. Era el 23 de noviembre de 1973. Hace ahora justo medio siglo.