De Eurovisión a la plaza Mayor

Pablo Torres
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La representante nacional del certamen en su edición de 2023, Blanca Paloma, se antepuso ayer a las temperaturas

Imagen del concierto de Blanca Paloma, en la plaza Mayor - Foto: Sara Muniosguren

Si bien parecía que las temperaturas no iban a acompañar, el sol camuflado del atardecer y la puesta en escena de Blanca Paloma fueron los argumentos de la tarde-noche de ayer para motivar el disfrute de los palentinos. Las melodías protagonizadas por la que fuera representante nacional de Eurovisión en la pasada edición del certamen despertaron los ánimos de los que allí se congregaron, cuyas palmas no dejaron de aplaudir en ningún momento.  

Fueron muchos los que se acercaron a la plaza Mayor, teñida de morado en el marco del programa homenaje a la Mujer Palentina, para cantar a viva voz Plumas de Nácar, una de las primeras canciones que resonó sobre los altavoces. Acompañando a las cuerdas vocales de la alicantina, los que allí se dieron cita se sumaron a la letra, aunando sus voces con el canto de «Mirando al cielo, salve paloma loca, prende el vuelo» que forma parte del estribillo de la canción.

Otro momento destacable de la cita fue cuando la artista entonó la letra de Jaleo, el que hasta la fecha es su último trabajo. Las ganas de música se antepusieron a los leves chubascos que emanaban del cielo, y el disfrute de los palentinos y allegados a la capital se materializó en los bailes de la  canción considerada como más flamenca de las que ayer sonaron. De ello dan cuenta las palmas que acompañan a la letra, que bajo el estribillo «¡Anda jaleo jaleo!» hizo vibrar a la plaza al compás de la melodía. 

Sin embargo, las ganas de fiesta llegaron a su éxtasis con Eaea, la letra que representó a España en Eurovisión el pasado año. Al igual que sonó en Liverpool en aquella cita, resonó con todas sus fuerzas en la plaza Mayor, aupada, como era previsto, por los asistentes. 

Como es costumbre en la artista, las palmas y el tinte folclórico, aunados junto a ciertos encajes electrónicos, fueron la fórmula perfecta para una noche de disfrute en la capital.