Julio es un mes en el que se ven muchas cosechadoras por los campos y caminos de la provincia. Los agricultores, en muchos casos, hacen jornadas maratonianas para recoger el trabajo de los meses anteriores. Es uno de los momentos más importantes y a la vez agotadores del año para las personas que forman parte del sector primario.
Carlos Franco, de Villaherreros, es uno de los agricultores que se ha puesto al volante de estas grandes máquinas para peinar (el cabezal de la cosechadora se llama popularmente peine) las parcelas y separar el grano de la paja. Lo primero acaba en un carro tirado por un tractor, que lo lleva a un almacén, mientras que lo segundo espera en el campo para que una empacadora lo recoja y haga paquetes para que sea más sencillo su uso.
«Son días duros porque son de muchas horas y al final de las campañas el cuerpo ya lo nota», declara el villaherrerense, que comenzó a recolectar los cereales del campo de su localidad de origen y de pueblos limítrofes a finales de junio. Calcula que en los primeros días de agosto podrá dar por finalizada su labor con la cosechadora, aunque explica que en la zona norte de la provincia esta tarea acabará más tarde.
A la fatiga se suma uno de los grandes problemas a los que tiene que enfrentarse durante la cosecha, la temperatura. «Este año no ha habido mucho calor en el campo, pero ahora mismo dicen que se producirán unas olas de calor que pueden provocar restricciones a la hora de trabajar», detalla Franco. De hecho, tienen que estar pendientes del termómetro y del viento en ciertos lugares, ya que existe una normativa que llega a vetar el uso de estas máquinas si se cumplen ciertas circunstancias.
Respecto al resultado de la cosecha, comenta que «va a ser un año curioso y, aunque hubo bastantes problemas de encharcamientos de agua hace unos meses, finalmente, la primavera parece que nos dio un respiro», manifiesta Franco, que al igual que los representantes de las opas habla de mucha irregularidad. «Los rendimientos, en algunos casos, no se esperaban y en otros lugares hay trigos negros por culpa de las enfermedades y hubo que tratarles», añade.