Severino Rodríguez Salcedo, alcalde de Palencia en 1943, hablaba del «abuso desenfrenado que por parte de ciertos ciclistas se comete a diario en su circulación por las principales vías de la ciudad, con evidente peligro para los que transitan por las mismas». Una razón que, cuando la Calle Mayor no era peatonal y por ella circulaban los pocos coches que había en Palencia, le obligó a promulgar un Bando que podríamos trasladar a la actualidad.
Dicho bando, cedido por Julián García Torrellas, quien compila los edictos firmados por los regidores de la capital desde el siglo pasado, prohibía la circulación en bicicleta por la Calle Mayor «en ambsoluto, desde las 11 horas a las 14 y desde las 16 a las 23 horas». Dicha limitación, a diferencia de ahora también tenía influencia en otras calles: Así el bando de 1943 fijaba que «el tránsito por las restantes calles de la ciudad se hará siempre con marcha moderada, equivalente a la de un peatón, ocupando el ciclista el lado que le corresponde, con arreglo a las disposiciones generales de circulación». Además, se advertía de que no se permitirá «la circulación por las calles de la ciudad de aquellas bicicletas que carezcan de timbre y freno». Debían llevar también linterna, y si carecieran de ella la circulación se hará por las calles, llevando la máquina por la mano desmontado el conductor.