Alegre, vivaz y algo coqueto. Eso es lo que significa «pizpireto», el término con el que el humorista David Puerto bautiza al que es su primer show de comedia, que llega este sábado por segundo año a la capital.
Después de casi una década actuando en salas, algunas más modestas que otras, este cómico encarrila la recta final de su espectáculo, que tendrá su última representación en Madrid el próximo 12 de octubre.
Gran parte de su repercusión está ligada a las redes sociales, concretamente a la plataforma TikTok, en la que publica fragmentos de sus monólogos. ¿Supusieron un antes y un después?
Obviamente han supuesto un cambio en mi carrera, mi vida y mi todo. Antes éramos solo cinco o seis personas en la sala y, ahora, nos podemos permitir ir con el show a Palencia. De lo contrario, no hubiera entrado nunca en mis planes.
¿En qué momento notó que podía dedicarse profesionalmente a la comedia?
Fue un pequeño salto al vacío. Valoré más el vivir de una forma modesta, aunque fuera con 600 euros al mes, pero haciendo lo que me gustaba, que vivir trabajando de algo que no me llenara.
Estudié ADE y Derecho, por lo que sí tenía acceso a otro tipo de empleos. Aun así, salté y me propuse sacar un show, que es este, después de llevar más de nueve años haciendo comedia.
Tuve la suerte de que saliera adelante. La interacción con el público antes no estaba muy bien vista en el circuito de la comedia, y ahora se ha convertido en un imprescindible. Tengo muchos compañeros que hacen monólogos clásicos y el público se queja porque pide que se interactúe con él.
¿A qué atribuye este cambio de tendencia que menciona en la forma de hacer monólogos?
Al propio público, que lo ha demandado. Esto es algo que yo llevo haciendo toda la vida. Mis textos son los de un monólogo clásico, pero, tal y como funciona mi cabeza, se me hace más sencillo crear cosas nuevas que acordarme de las que he escrito.
Depende mucho del hambre creativo de cada artista. Hay gente que se siente muy cómoda con el guion y lo trabaja de principio a fin de una forma maestra, al igual que se puede improvisar y crear cosas únicas. No es lo mismo, pero hay belleza en ambos formatos.
El hecho de interactuar con el público hace que no haya dos espectáculos iguales, pero también supone salirse del guion y dejarlo todo en manos de la improvisación. ¿No le da miedo?
Realmente no. Me da más miedo acudir al guion, porque, si falla, ¿a dónde voy?
Sobre el escenario cuenta varias vivencias personales. ¿Son reales?
Hay cosas que sí y otras que están exageradas. Todo el texto que creo proviene de mi disfuncionalidad en la vida. A partir de ahí, empiezo a construirlo en mi cabeza.
¿Qué significa Pizpireto?
Alegre, vivaz y algo coqueto. Es un nombre que me define bastante bien y una buena carta de presentación.
Antes ha destacado que lleva nueve años en la comedia. ¿Qué le impulsó a comenzar?
Fue por mi madre. Cuando me veía en casa hablar sobre cualquier tema, se empezaba a reír. Me sugirió hacer un curso de monólogos. Por aquella época escribía rap y recuerdo que ella me decía: «los chistes están bien, pero, cuando improvisas, te sale mejor». Se lo tengo que agradecer.
¿Tiene algún proyecto de cara al futuro?
Pizpireto morirá el 12 de octubre en Madrid. Lo grabaremos y haremos un especial para dejarlo inmortalizado. Asimismo, en enero de 2025, empezaremos con uno nuevo que se llamará Bien y tendrá más cuerpo. Al fin y al cabo, el actual espectáculo se hizo en un sótano, por lo que, a nivel técnico, no pensamos en ninguna posibilidad.