La exposición de Stefan Zweig inaugurada en Palencia por el embajador de Austria en España sirvió para evocar las relaciones que el escritor había tenido con Freud. Como pude comentarle después de su intervención, fue a instancias de Zweig que Freud aceptó recibir a Dalí en Viena, circunstancia que el embajador conocía. Había un máximo interés del genial pintor en conocer al psicoanalista vienés, a cuenta de su estudio del mundo onírico, en tanto espacio de donde parte la subjetividad y los efectos creativos. De la entrevista que Freud y Dalí mantuvieron nos han llegado ecos, que ocuparían un relato más grande que una columna pero que sirven para verificar los hilos entre los artistas y los psicoanalistas. En una carta fechada en 1926 Zweig escribía a Freud, «deje que le diga claramente por qué yo y muchos otros tenemos que darle las gracias: por el coraje que ha aportado a la psicología. Usted ha eliminado las inhibiciones de toda una época, así como las de innumerables escritores en particular. Gracias a usted muchos vemos, gracias a usted muchos decimos cosas que, de no ser por usted, jamás se hubieran visto ni dicho». Es muy interesante constatar que tras Salzburgo, Valencia, Madrid y Barcelona la siguiente ciudad donde se tendrá la suerte de contemplar la exposición, y aún más, de poder asistir las próximas semanas a proyecciones de cine y a conferencias sobre su obra, será Palencia, y será en el centro cultural que llamándose actualmente Lecrác, bien pudiera un día llamarse Miguel Hernández, a quien nunca hay que olvidar. Es un triunfo del tiempo y de la historia lo que ha conseguido Stefan Zweig (pero no Miguel Hernández). No albergo ninguna duda de que Zweig está hoy en el Lecrác porque el nombre Miguel Hernández está en el reverso del nombre de lecrác. Muy curioso que la razón por la que Zweig escribió según él mismo fue porque los libros unen a los seres humanos, y así el escritor puede, en su decir, «defenderse del inexorable reverso de toda existencia, la fugacidad y el olvido». Zweig ha conseguido que no lo olvidemos con su visita a Palencia, con la presencia de Austria, su tierra natal y de su embajador. Al menos no sus lectores, a quienes nos sirve de memoria de nuestra cultura.