La explanada entre el monumento al toro y el busto de Marcos de Celis fue el aula elegido para la clase magistral de toreo de salón que ofrecieron ayer los diestros de la terna actuante. 

Un esfuerzo notable por parte de los espadas que horas después y sin casi tiempo para el descanso se iban a enfrentar a la dura corrida de Adolfo Martín y Valdellán. «Es complicado en una tarde de festejo, pero hacemos el sacrificio, porque es importante para la fiesta de los toros que se mantengan nuevas generaciones», explicó Rafael Rubio Rafaelillo.

Y si no son el relevo en los ruedos, «que al menos sean buenos aficionados y tolerantes», apuntó el que ayer abría plaza y también este acto, puesto que se respetó el orden de lidia a la hora de que los matadores tomaran, junto a los niños, los capotes y las muletas. En este sentido, Rafaelillo bromeó con que los que los niños también son un reto importante y reconoció que tiene dos hijos y que es ahora cuando está comenzando a convivir más con ellos.

Igualmente, Manuel Escribano, que ya vio parte de la corrida del viernes en Palencia, fue profesor de esta clase magistral, en la que además de ceder su sabiduría, se dejó hacer cientos de fotografías, con los niños y con sus padres. «Es bueno que se acerquen al mundo de los toros desde pequeños», indicó.  En este sentido, el empresario de la Plaza, Carlos Rodríguez, destacó que  lo importante de la jornada, además de las nociones básicas que pudieran adquirir los niños, era que «estén cerca de sus ídolos». Cerró el acto Carlos Doyague, quien ha llevado a cabo, por toda la provincia, una gira y que fue el impulsor en Palencia, hace unos meses, de este tipo de actos que «acerquen el mundo de los toros  a los niños.