La medicina, por desgracia, entiende de fronteras, pero la solidaridad no. Y en Palencia hay médicos que lo demuestran. Los oculistas Jesús Alberto Piñuel y DavidCriado; y el podólogo Agustín Llamas, que atienden a sus pacientes a orillas del Carrión, se desplazaron el año pasado a Camerún y Honduras, respectivamente, para ayudar a personas que no pueden acceder a una sanidad y a unos facultativos médicos como los españoles. Fueron, según explican, unas experiencias de mucho trabajo, pero muy gratificantes en el aspecto humano.
Piñuel yCriado, oftalmólogos del Complejo Asistencial Universitario de Palencia (Caupa), se desplazaron del 22 de octubre al 12 de noviembre al departamento camerunés de Mayo-Rey, que está situado al norte del país africano. Era la primera vez que participaban en una expedición médica solidaria de este tipo y la vivencia «fue preciosa en todos los sentidos», explica el primero. Se dedicaron a pasar consulta y a realizar operaciones, especialmente de cataratas, que sirvieron para devolver la vista a muchos de los pacientes.«Es lo más práctico para devolver la salud visual», detalló. También solucionaron tumores de párpados.
Uno de los problemas que se encontró Piñuel en África es que «la gente no está preparada». «Me encontré con equipos estropeados y sin el trabajo del personal auxiliar que tenemos en los hospitales. No están formados y le dan mucha importancia a cosas como la asepsia», detalla. De hecho, comenta que dos bomberos que viajaron junto a los médicos eran los que se encargaron del mantenimiento de los aparatos y del proyecto de laFundación Mayo-Rey, que fue la que hizo posible que se desplazaran a atender pacientes aCamerún.El resto del equipo, que ascendió a diez personas, estuvo compuesto por otra oftalmóloga, una médica general, tres enfermeras y un miembro de apoyo.
Medicina solidaria de Palencia al mundo - Foto: DPMás allá de la especialidad visual, los pacientes requerían ayuda ante la picadura de insectos que transmiten enfermedades como la malaria. «La gente llega muy mal, porque no tienen recursos y aguantan hasta el final.Gracias a Dios no hubo ninguna muerte, aunque a veces lo temí», manifiesta.
La base de la expedición era el hospital, un edificio que en España no pasaría de ser un precario centro de salud. Ante esta situación, destaca «la suerte que tenemos por vivir en Europa», aunque también declara que, pese a sus carencias, «son felices con muy poquito». «Es una manera de vida y de felicidad que es completamente distinta a la nuestra», añade el profesional. Pone el acento especialmente en los niños, que «eran muy buenos y agradecidos».
El oculista se lanzó a participar en esta iniciativa porque «a los médicos nos enseñan que tenemos que ser altruistas». Asegura que lo tenía en mente desde hace años y que incluso se llegó a plantear crear su propia organización no gubernamental (ONG) para cooperar en países en vías de desarrolló. Intentó marcharse a Camerún con la FundaciónMayo-Rey en 2020, pero la pandemia y la situación política en el país africano lo impidieron. Finalmente, consiguió su objetivo y pudo desplazarse. Terminó tan contento que ya anuncia que en 2026 volverá. «Incluso me estoy planteando ir este año a Uganda porque me parece una manera muy bonita de viajar: ayudo y, además, conozco lugares. Tiene esa doble vertiente que es muy grata», subraya.
En cambio, Llamas, podólogo en una clínica privada situada en la calle Barrantes, viaja, siempre que puede, a Honduras con la ONG Podología sin fronteras, entidad a la que se unió en 2015. «Al principio no íbamos todos los años, pero ahora sí, salvo los de la pandemia de coronavirus», explica. En 2024 estuvo en el país centroamericano entre el 26 de octubre y el 3 de noviembre.
PIES Y TOBILLOS. Concretamente, se desplazó a Rancho Santa Fe, un lugar situado a menos de una hora de la capital hondureña,Tegucigalpa, que pertenece a la ONG Nuestros Pequeños Hermanos (NPH).Esta entidad, que se dedica a recoger a niños huérfanos o con padres que, por las razonas que sean, no pueden mantener, dispone de un centro quirúrgico en el que, en su caso, estuvo operando pies y tobillos. «Ahora vamos una semana y hacemos entre cincuenta y sesenta operaciones, que cada vez son más complejas.Cuando hemos estado más tiempo hemos llegado a hacer más de cien», señala.
«Me lancé a esta experiencia por un motivo solidario y porque voy acompañado de un grupo de amigos que son unas personas excelentes.Son, como yo digo, una ONG con patas y con ellos viajo al fin del mundo», comenta tras declara que en noviembre de 2025 regresará a territorio centroeuropeo.
«Es una experiencia muy gratificante y siempre vuelvo más reforzado de lo que voy. Supone un esfuerzo personal, de tiempo y económico, pero regreso con una recompensa superior al trabajo que he hecho allí», subraya.
En este punto, declara que los hondureños son muy agradecidos y «encantadores», aunque residan en uno de los país «más peligrosos del mundo». «Asuntos Exteriores recomienda no ir y a nosotros nos van a buscar con seguridad al aeropuerto. Nos llevan al centro quirúrgico y de allí no nos movemos en toda la semana. Por ejemplo, fuimos a comprar unos artículos al supermercado y había un hombre con una metralleta en la puerta», concluye.