Lo del adelanto de temporadas en escaparates, cabeceras y ofertas de los establecimientos comerciales me parece a veces hasta ofensivo. Llevo viendo torrijas y pan de torrijas desde hace más de un mes, cuando supuestamente es receta para Semana Santa. Como si directamente se hubieran retirado de los lineales los últimos restos de turrones y dulces navideños para empalmar con ellos.
Como la exposición navideña, que hoy en día quienes no hayan colocado los jamones, turrones, cavas y otros vinos, cestas y lotes tras la festividad del 12 de octubre parece que se quedan fuera de juego para las jugosas ventas de fin de año.
Me parece estresante y, como consumidor, me siento presionado y en parte agredido. Y no lo entiendo, pues el grueso de estas compras de temporadas cortas o fechas señaladas se concentra en los días inmediatamente anteriores a ellas. A veces la reacción que me provoca es de indiferencia, me hace evitar ciertos pasillos o cruzarlos más rápido que de costumbre, y sólo si veo de reojo algo que me pueda interesar me paro o me quedo con la copla de cara al día en que realmente acuda con intención de comprar para esa fecha o temporada concreta.
Con la fruta me pasa lo mismo, unido en este caso a los precios que acompañan a esas primeras fresas, cerezas o melocotones cada año, que son tremendamente exagerados. Y en algunos casos con cierta falta de madurez en el producto, no entiendo el reclamo. Como si tuviera premio llegar el lunes al trabajo a fardar ante los compañeros: «Este fin de semana me he puesto tibio a cerezas ya; ¿Vosotros no habéis comido aún cerezas este año?».
En el caso concreto que me motiva a escribir este artículo hoy, las torrijas, creo que con las semanas que llevo viéndolas en el súper estoy más que saturado, y probablemente mi reacción sea la contraria a la que se pretende, pues la sensación de estar empachado de ellas la tengo ya desde hace días, ya sólo con acercarme a la zona de repostería me invade el aroma a canela por encima de otros. Y este año nos planteábamos hacerlas en casa, que hace muchos años que no hacemos, pero así no estoy motivado, con esta presión comercial me siento víctima de un consumismo salvaje del que no quiero participar, sino rebelarme en su contra.