«La memoria es el presente del pasado», frase de San Agustín que puede leerse en una de las paredes de cristal -y de la que se hizo eco el obispo-administrador apostólico Manuel Herrero, antes de bendecir las instalaciones-, resume el quehacer del Archivo Histórico Diocesano, que ayer quedó inaugurado. Asimismo -y también visible en ese tabique transparente-, el Código de Derecho Canónico (canon 486), indica que «se ha de establecer en cada curia, en lugar seguro, un archivo o tabulario diocesano, en el que se conserven con orden manifiesto y diligentemente guardados los documentos y escritos correspondientes a los asuntos diocesanos, tanto espirituales como temporales».
El Archivo Histórico Diocesano inició el 16 de noviembre el traslado de las instalaciones de la tercera planta del palacio episcopal al inmueble de la calle San Marcos, lo que representa un salto cualitativo importante. Coincidiendo con la inauguración, su director, Dionisio Antolín, anunció la próxima puesta en marcha de una página web específica en la que se volcaría toda esta información para permitir el acceso online a la información.
«Trabajar en un archivo es una gozada, por los libros y, sobre todo, la gente, los que vienen a investigar y los 92 voluntarios-colaboradores que digitalizan e indexan», afirmó Antolín, que valoró y agradeció la dedicación de todas esas personas. Su entrega ha hecho posible que hasta el momento se hayan digitalizado unos 5.000 libros, de los cuales casi 4.440 ya están indexados. Esta indexación se concreta en 1.200.000 partidas de bautismo, 168.000 registros de matrimonios, 304.000 defunciones, y 26.000 confirmaciones. Unos datos que permiten conocer nombres, apellidos, lugares de nacimiento, parentescos... de cerca de 1.700.000 de personas.
Del palacio episcopal a las nuevas instalaciones de la calle San Marcos y seminario se trasladaron unas 12.000 cajas A-Z con unos 27.000 libros, según explicó Dionisio Antolín, en mayor medida sacramentales (bautismo, matrimonio, defunción), pero también de cuentas, de fábrica y cofradías. «El Concilio de Trento, entre las muchas cosas que definió, obligó a que los encargados de parroquias hicieran un recuerdo por escrito de todos los sacramentos que se realizaban (básicamente bautismo y matrimonio porque de esa forma se controlaba que no hubiera muchos enlaces consanguíneos)», explicó Antolín, para hacer hincapié a renglón seguido que en la diócesis «ya hubo sacerdotes avezados que lo hicieron en 1540». «A través de estos libros pueden tenerse testimonio de quiénes eran estas personas, dónde nacieron, con quién se casaron, qué hijos tuvieron… hasta 1875, año en que el ordenamiento civil ordena que todos los ayuntamientos lleven registros de nacimientos y matrimonios», señaló.
La inauguración de las nuevas instalaciones sirvió para que, una vez más -y no se cuentan con los dedos de una mano- se hiciera un llamamiento a las parroquias que no lo han hecho para que depositen sus libros en el Archivo Histórico Provincial para su conservación en las mejores condiciones. Así, según expuso Dionisio Antolín, además de algunas pequeñitas, faltan Aguilar de Campoo, Astudillo, Osorno, Dueñas, Ampudia, Becerril de Campos y Fuentes de Nava.
El director comentó también que que son muchos los ciudadanos americanos que solicitan diariamente partidas de bautismo de sus antepasados para tratar de conseguir la nacionalidad española. En este sentido, refirió que sobre la mesa tiene unas 50-70 solicitudes, sobre todo de Argentina y Cuba, y que a través de estas búsquedas se han organizado encuentros de familias.
Manuel Herrero, quien aseguró que la Iglesia «siempre ha tenido preocupación por los archivos y por las bibliotecas», se refirió también a que, el cabildo catedral, «con el tiempo, quizá tendrá que decidir si es conveniente unir su archivo». El administrador apostólico dio las gracias a todo el obispado, porque es el traslado «es una obra de Iglesia. Ha costado pero hoy está al servicio de todos los palentinos, de la generación actual y las futuras».