Carlos Ruiz Miguel, natural de Venta de Baños, ha centrado parte de sus estudios y trabajos en la situación del Sahara Occidental, un asunto que comenzó a investigar tras su llegada a la Universidad de Santiago de Compostela en 1993. Hasta ahora, ha publicado varios libros, muchos de ellos relacionados con el Derecho Constitucional, rama de las Ciencias Sociales de la que es catedrático.
¿Qué valoración hace de la situación que atraviesa la justicia española actualmente?
Es evidente que, por muchas razones, está en una situación muy mala. La primera de ellas, porque hay una ofensiva para intentar abrir investigaciones contra jueces que han llevado ciertos procesos, lo cual implica una intimidación y una presión a la hora de decidir determinados asuntos. Si ya es grave cuando se hace desde una organización privada, lo es más cuando se lleva a cabo desde el propio Ejecutivo y Legislativo. De momento, no es una presión efectiva, sino una amenaza de presión.
Hay un segundo problema muy importante del que nadie habla, y para mí es el más grave de todos. La legislación española permite que un juez que deja la carrera judicial para entrar en política pueda volver aella después. Todos conocemos ejemplos. Esto, a mi entender, debería estar prohibido.
El tercer problema es el más conocido: el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Por una reforma que se ha hecho a posteriori, el consejo en funciones no puede hacer nombramientos, lo que significa que, en varias salas de tribunales, como no se han podido cubrir las vacantes de los magistrados que han fallecido o se han jubilado, hay menos personal. Los jueces de estas salas tienen que atender, como mínimo, al mismo número de asuntos, lo que significa que la justicia se retrasa.
A menudo se reprocha un bloqueo del PP que, a mi entender, no es cierto. Aunque políticamente se haya dicho lo que se quiera, la ley obliga al presidente del Congreso a convocar a un pleno para elegir a los vocales, y, en estos cinco años, la presidencia de esta cámara no ha convocado ese pleno. Independientemente de que se convoque, bajo las actuales circunstancias, me parece muy grave que no se haya modificado la ley para que la mayoría del CGPJ pueda volver a ser elegida por los propios jueces, como según ciertas instancias internacionales consideran necesario para considerar a este poder independiente.
¿Cuáles son sus perspectivas a corto plazo?
Soy generalmente pesimista, pero eso no significa que sea fatalista. No creo que estemos condenados. De la misma forma, si bien creo que esta situación se va a deteriorar en todos sus planos, también considero que hay fuerzas latentes que, cuando nadie lo espera, emergen y pueden invertir una tendencia. Dicho esto, lo más probable es que esto vaya a peor, pero no es algo que necesariamente tenga que ser así.
Muchos de sus trabajos y libros están relacionados con el Sahara Occidental. ¿Dónde empieza su preocupación por estos estudios?
Empezó en la Universidad de Santiago. Al llegar en el curso 93-94 existía un seminario del Centro de Estudios Superiores de la Defensa Nacional. Cuando entré a formar parte de él propuse un trabajo sobre el Sahara Occidental. Desde entonces he estado trabajando e investigando. Es un tema que me parece importante, a la par que me interesa.
¿Qué otros objetos de estudio le resultan interesantes?
Ahora me dedico mucho al tema del Derecho Público europeo y, en general, a las cuestiones relacionadas con los Derechos Fundamentales.
Pronunció el pregón de Navidad en el Casino. ¿A qué quiso apelar en su discurso?
Quise recordar la necesidad que tenemos de volver a nuestras raíces. Nuestra raíz cultural, lo que somos, empieza en la Navidad de hace 2024 años. Eso es lo que he intentado subrayar. Tenemos una responsabilidad de recordar de dónde venimos, ya que, si no tenemos eso claro, no podemos saber a dónde vamos.
Lo normal cuando uno se pierde haciendo senderismo es no seguir más lejos, sino quedarse hasta el sitio donde se sepa que se ha estado. Esto es importante, no solo en la vida personal, sino también en la vida social. Hoy en día, creo que se corre el riesgo de ir a ninguna parte si no somos conscientes de ello.